Regreso a Gernika

Un clásico de las elecciones vascas es la romería a la Casa de Juntas de Gernika, ese santuario más o menos civil donde tiene su residencia simbólica el espíritu del autogobierno. Ningún aspirante con posibilidades puede prescindir de la peregrinación propiciatoria a la Villa Foral, que, apenas cumplido el primer fin de semana de campaña, ya ha recibido la visita de los dos principales candidatos a Ajuria Enea.

Aunque parezca una postal resobada, la foto ante la cerca del roble compromete. Obliga a pronunciarse sobre el zarandeado hijo de Gernika que se llama Estatuto. Patxi López se adelantó esta vez y acudió el primer día hábil de campaña para repartir retoños del árbol y subrayar aquello que más le gusta de la criatura estatutaria, que este año cumple 30 años: haber plasmado "un proyecto común y compartido" para los ciudadanos de las tres provincias. El candidato socialista juega cómodo en el terreno del Estatuto y la prometida actualización de sus contenidos, y supera sin demasiados rubores las críticas nacionalistas a las competencias pendientes de transferir.

Por ahí le buscó ayer las cosquillas Ibarretxe, que le secundó en el viaje. Sin embargo, la localidad y su hijo jurídico se han convertido en espacios incómodos para el defensor del título desde que desapoderó a Gernika con su naufragado Nuevo Estatuto Político. En el acto de ayer, el candidato peneuvista estuvo holgado en el reproche -que completen el Estatuto antes de cambiarlo, vino a decir-, pero en la parte asertiva se movió peligrosamente cerca de la línea que desde el partido le han rogado que evite. La tentación debió ser fuerte, aunque Ibarretxe supo disciplinarse para no aflorara.

"Autogobierno" y "decisión" -así, sin ser antecedida por las palabras "derecho" o "capacidad de"- fueron los términos más rotundamente soberanistas que surgieron de sus labios. Incluso se reprimió de proclamar, allí, en el recinto venerado, su querida afirmación de que "los fueros han sido, son y serán la verdadera Constitución de los vascos". Peregrinaje superado, debieron de suspirar sus asesores de campaña.