Vuelta al trabajo tras los seis 'cabezones' para 'Camino'
Javier Fesser celebra su triunfo metido en el estudio
Si es lunes, Javier Fesser está trabajando. Ni aunque el día anterior su filme Camino se haya llevado seis estatuillas -"No los esperaba, pero los deseaba"- y haya acabado a las seis de la mañana después de una fiesta multitudinaria. El cineasta tiene que rematar un anuncio para Telefónica y entregarlo esa misma noche. En la pantalla, el plano de un técnico con una resistencia llena de cal -a la usanza de las viejas lavadoras- que sale de las tripas de un ordenador muestra que Fesser (Madrid, 1964) prosigue con el humor de El milagro de P. Tinto o La gran aventura de Mortadelo y Filemón. "A veces me preguntan si Camino demuestra que he crecido. Pero hay que estar muy maduro para hacer humor y para rodar un proyecto como Mortadelo. Para mí no son tan diferentes las tres películas: me dan igual de respeto, miedo y vértigo". Pero hoy es el día de hablar de Camino, de Alexia González-Barros, la niña que falleció en 1985 a los 14 años en el seno de una familia del Opus Dei. Javier Fesser leyó una biografía escrita por la monja teresiana María Victoria Molins, "una de las personas que mejor han entendido la película; la amistad que me une con ella es de lo mejor que me ha pasado tras el estreno", y así surgió Camino.
El domingo, la Academia de Cine refrendó el riesgo de un filme que habla de tabúes en España como la espiritualidad o la manipulación religiosa. "Estuve muy de acuerdo con todo el palmarés. Todos tenían bastante sentido: desde el corto documental a la fotografía... y estar ahí me hizo muy feliz. En cuanto al tema, Camino defiende que la espiritualidad tiene poco ver con la religión. Hay gente que ha monopolizado el alma, y la película se rebela contra eso. Defiendo que amar al prójimo no es un mandamiento que pertenece a los curas, sino la esencia del ser humano. No necesito ninguna explicación religiosa".
Fesser habla igual de pausado del traje, un Armani regalo de su suegro para los Oscar -cuando en 2007 compitió al mejor corto-, y que ahora ha lucido en los Goya, que de su enfrentamiento con el Opus Dei y la familia de Alexia, o de que desde el estreno de la película en el certamen de Donostia ha mostrado en diversas ocasiones su disgusto por Camino. "No he hecho la película para pelearme con nadie. Siempre he entrado en todo debate interesante y con el ánimo constructivo. Pero entrar en conversación con quien sólo quiere destruir la película sin conocerla me aburre mucho". A cambio ha recibido unas 60 cartas, y llamadas de gente relacionada con el Opus Dei. "Son de todos los colores, aunque predominan felicitaciones de personas que no me hablaban del filme, sino de su vida y de experiencias íntimas y problemas que, si Camino no ha llegado a resolverles, por lo menos les ha empujado a resolver. Eso sí es un premio".
¿Espera alguna reacción del Opus Dei? "Si hablamos del Opus Dei hablamos de un grupo muy pequeño que por desgracia tiene engañado a un grupo muy numeroso. He conocido a personas maravillosas que pertenecen al Opus y que presumen de ser felices ahí adentro; estoy convencido de que serían cien mil veces más felices fuera. Pero también me parece que es imprescindible respetar las decisiones de cada uno".
De vuelta a lo banal, a los Goya, a Fesser le entristece que se le escapara el galardón a los efectos especiales, "porque eran muy potentes y a la vez invisibles para el espectador, de ahí su grandeza", pero le gusta el rol de vindicador del trabajo de dos grandes veteranos, Jordi Dauder (mejor actor secundario) y Carme Elías (mejor actriz): "Mi estatuilla al mejor director está muy relacionada con ellos. Todo lo que he tratado de transmitir lo he hecho a través de los actores. El 95% del peso está en la interpretación. Se lo debo a ellos".
Saca la retranca Fesser, un clásico en el humor español, para explicar su charla con Benicio del Toro en la foto de familia de los ganadores. "Es enorme y se me puso delante. Yo le dije: '¡Qué emocionado debes de estar, la de gente famosa que estás conociendo!' Estaba rodeando de personas muy importantes". Y al final, una confesión -"Claro que creo, creo en el ser humano, y en el amor, algo inseparable al hombre"- y un recuerdo a Alexia: "Estoy convencido de que le hubiese encantado".
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