Brown alerta contra la tentación del proteccionismo
Los británicos empiezan a abandonar al primer ministro, según los sondeos
Gordon Brown alertó ayer contra las tentaciones del proteccionismo en tiempos de crisis y abogó por la globalización y la colaboración internacional como mejor medicina para evitar repetir los errores del nacionalismo económico que surgió de la Gran Depresión en los años treinta. Pero el primer ministro británico pareció contradecirse a sí mismo al desentenderse de los perjuicios que la actual debilidad de la libra esterlina puede producir a los vecinos de la zona euro.
El primer ministro se presentó a primera hora de ayer en la Asociación de la Prensa Extranjera para promover su imagen de estadista internacional en un momento en que la creciente inestabilidad de la economía británica, y sobre todo del sector bancario, empieza a pasarle factura a nivel interno. Una encuesta de ComRes publicada ayer por el diario The Independent revela que los laboristas han perdido 10 puntos frente a los conservadores en el último mes. El partido de David Cameron lidera ahora los sondeos con el 43% de los votos, muy por delante del 28% que obtendría el laborismo del primer ministro Brown. Con esos resultados, los conservadores lograrían la mayoría absoluta con 120 diputados de ventaja.
Los laboristas han perdido 10 puntos en un mes frente a los conservadores
En su comparecencia de ayer ante la prensa internacional -y británica- Brown alertó en especial contra la tentación de dar marcha atrás en la globalización. "Nos enfrentamos a una elección. Podemos permitir que esta crisis sea el principio de un retroceso de la globalización. Como quieren algunos, podemos cerrar nuestros mercados (...) y condenar a millones a la pobreza global. O podemos ver estas amenazas como los retos que enfrenta el nacimiento de un nuevo orden global, y nuestro trabajo no es otro que el de hacer la transición hacia un nuevo internacionalismo de los beneficios de una sociedad global en expansión".
Volvió a subrayar su conocido argumento de que ésta es una crisis especial: "No es el resultado de un ciclo económico normal", explicó, "ni tampoco consecuencia del fracaso de políticas macroeconómicas domésticas". Su origen, aseguró, está en una crisis sin precedentes del sistema bancario mundial. Por eso, aunque cada país puede hacer mucho por sí mismo, hay que dar una respuesta mundial, insistió.
Una respuesta que pasa por asegurarse de que los reguladores financieros nacionales están en contacto con sus homólogos de otros países; establecer estándares en materia de transparencia y gestión corporativa de todas las instituciones financieras del mundo; y reformar el sistema de remuneración de los banqueros para incentivar decisiones de riesgo a largo plazo y no a corto plazo.
El primer ministro pareció querer sacarse de encima las acusaciones de que él no hizo nada para evitar esta crisis durante los 10 años que pasó al frente del Tesoro británico al recordar: "Como ya dije hace 10 años en Harvard, necesitamos un sistema de alerta rápida para que los flujos financieros internacionales sean monitorizados de manera adecuada".
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