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LECTURA

De Gabo a Mario

La amistad entre Mario y Gabo se hizo muy estrecha en los primeros años dulces de la Ciudad Condal. De hecho, buena parte del material de su tesis lo obtuvo el peruano en las largas y fecundas conversaciones que mantuvo con Gabo. Pero, al poco tiempo de llegar Mario a Barcelona, ocurrió un suceso que, según Donoso, pudo acabar con la férrea unidad del boom. Fue la Nochevieja de 1970, en una animada fiesta en casa de Luis Goytisolo en Barcelona. Cortázar, con su barba de tonos rojizos, "bailó algo muy movido con Ugné"; los Vargas Llosa, "ante los invitados que les hicieron rueda, bailaron un valsecito peruano"; después, los Gabos bailaron, espoleados por la misma rueda, "un merengue tropical". Tampoco podía faltar la Mamá Grande, la Balcells, quien, reclinada en los cojines de un diván, "se relamía revolviendo los ingredientes de ese sabroso guiso literario, alimentando, con la ayuda de Fernando Tola, Jorge Herralde y Sergio Pitol, a los hambrientos peces fantásticos que en sus peceras iluminadas decoraban los muros de la habitación: Carmen Balcells parecía tener en sus manos las cuerdas que nos hacían bailar a todos como marionetas, y nos contemplaba, quizá con admiración, quizá con hambre, quizá con una mezcla de ambas cosas, mientras contemplaba también a los peces danzando en sus peceras" . En esa fiesta se habló de la revista Libre, que estaba a punto de ser lanzada, y allí mismo comenzaron lo que luego serían las divergencias. (...) Los Donoso estaban por esas fechas en Calaceite, un pueblo pequeño del Bajo Aragón, donde vivieron un tiempo. Unos días antes de la Nochebuena sonó el teléfono. Era la Gaba, como llamaban a Mercedes Barcha, la esposa de Gabo. La felicitación de ese año no podía ser mejor: los Gabos invitaban a los chilenos a compartir con ellos la fiesta en Barcelona, con otros amigos, como es costumbre en América. Luego podrían volver al pueblo para la fiesta de Reyes Magos, para que la niña coronase la ilusión de todo un año. Ese invierno hacía un frío muy severo, y los Donoso tenían poco dinero, por lo que se acordaban con frecuencia de la frase de Gabo: "Todos los editores son ricos y todos los escritores son pobres". De hecho, en esa época vivían de la generosidad de unos amigos norteamericanos que les prestaban dinero hasta que llegaran a Estados Unidos, donde Pepe iba a dictar unos cursos. Realizaron el viaje y llegaron a la Ciudad Condal dos tardes antes de la gran fiesta. (...) El 24 por la noche fueron todos a cenar a un restaurante típico catalán, La Font dels Ocellets, y se demoraron mucho en pedir la comida porque enseguida comenzaron a discutir sobre Cuba. El maître tuvo que llamar al dueño del establecimiento, ya que estaban tan enfrascados en el tema cubano que nadie le hacía caso. El dueño se acercó muy serio, miró detenidamente al grupo, y de repente callaron todos con cierto aire de culpabilidad. Entonces, el dueño preguntó, con cierta ironía: "¿Alguno de ustedes sabe escribir?"

Barcelona era el foco cultural más importante de España, y sus escritores y artistas los más abiertos a Europa Fidel Castro mandó espiar a Jorge Edwards a cuenta del 'caso Padilla'. Lo contó a sus amigos del 'boom'
En Barcelona, Gabo y Vargas Llosa estuvieron más cerca que nunca. Pero también surgió allí el germen de su discordia Una información confidencial apunta que los dos genios mantienen ahora cierto contacto privado

. Todos quedaron callados, entre inseguros y divertidos, pues no sabían si lo decía conociendo a quienes les estaba haciendo la pregunta.

(...) Otra historia memorable fue la reunión de todos ellos en verano del año siguiente, pocos meses después de la Navidad inolvidable. Se estrenaba en Avignon, al sur de Francia, la versión gala de la obra de Carlos Fuentes El tuerto es rey, que fue interpretada en sus papeles principales por María Casares y Sammy Frey. Los Gabos viajaron con los niños, que ya tenían una edad como para resistir ese viaje, y los de los Donoso y Vargas Llosa permanecieron en Barcelona, internos en el parvulario Pedralbes. (...) Y Juan Goytisolo llegó de París la tarde misma de la actividad. Justo después del acto, todos fueron a celebrarlo a un restaurante. Las mujeres iban vestidas con ropas elegantes y ajustadas, propias de una actividad como el teatro, y andaban juntas por la calle en dirección al restaurante. Los hombres también iban juntos, pero por detrás de ellas. De pronto, un coche de policía dio un frenazo en seco delante de las mujeres y fueron increpadas al pensar que eran prostitutas. En el momento que pudo desfacerse el entuerto, el policía, muy confundido, balbuceó unas excusas, se subió al coche y partió precipitadamente.

(...) Los Donoso llegaron a la Ciudad Condal en 1969, un poco antes que los Vargas Llosa. Antes habían estado un tiempo viviendo en Mallorca, donde también residía Plinio Apuleyo Mendoza. Se instalaron en el barrio de Vallvidriera, en un cerro a las espaldas del Montjuïc, con una vista espectacular del mar y la ciudad. Cuenta Pilar que, constantemente, los fines de semana se reunían

(...) Asegura que Pepe

y Mario no hablaban de otra cosa que de libros y autores, pero Gabo trataba de aparentar que la literatura no le interesaba demasiado, y siempre quería dar la impresión de tener pocos conocimientos teóricos. Al final salía en la conversación, inevitable, Flaubert: Mario lo ensalzaba y Pepe lo atacaba. Las mujeres no solían entrar en este tipo de discusiones, por lo que los roles estaban perfectamente definidos, hasta tal punto que Gabo, un día que llegaba de una larga y pesada entrevista con una profesora norteamericana, declaró que "detestaba a las mujeres intelectuales".

(...) Podemos deducir por los detalles el grado de intimidad al que llegaron los miembros del boom. Se entiende que no hay machismo en Gabo, sino simplemente el hecho de haber quedado saturado por las preguntas impertinentes de una norteamericana, y soltar todo su fastidio en público ante los amigos sin pudor alguno, con confianza, hasta llegar al cruce de ironías simpáticas. (...) Pero no todo eran latinoamericanos en el ámbito del boom. Barcelona era por entonces el foco cultural más importante de España, con diferencia, y sus escritores, artistas e intelectuales eran no sólo los mejores, sino también los más abiertos a Europa y los más independientes y críticos con la dictadura, que por entonces ya era dictablanda. Los catalanes que frecuentaban a los del boom eran los pertenecientes a la gauche divine, la divina izquierda de los sesenta y setenta. Por las noches solían reunirse en la boîte Boccaccio, y por el día, en la tortillería Flash Flash.

El más importante de todos ellos, como ya sabemos, fue Carlos Barral, quien, sobre todo, intimó con Mario, y también con Donoso, hasta el día de la famosa pelea. Fue en un cóctel en casa de Óscar Tusquets y Beatriz de Moura, por entonces marido y mujer, y dueños de la editorial Tusquets, que Beatriz continúa dirigiendo. Comenzó una discusión entre Barral y Donoso porque el editor le echó en cara que hubiera publicado El obsceno pájaro de la noche con su rival, y el chileno le contestó que fue él quien lo rechazó cuando le propuso hacerlo juntos. Carlos dijo que él no podía acceder a eso y le espetó, furioso: "Te ves ridículo con tus gafas pegadas con scotch", cuenta Donoso. El chileno se había roto las gafas el día anterior, y mientras compraban otras las había pegado con cinta adhesiva. (...) Finalmente, parece que se reconciliaron.

(...) Un episodio interesante de aquella época fue el paso de Jorge Edwards por Barcelona, rumbo a París. Él era muy amigo de Mario, desde los primeros sesenta en la capital francesa, como hemos visto, y a menudo se le relaciona con el boom, por la cercanía con ellos y por el hecho de ser también narrador y pertenecer a la misma generación por la edad. Jorge había ingresado en Chile, muy joven, en el cuerpo diplomático, trabajo que le permitiría, según él, dedicarse a lo que realmente quería: escribir. Una de las primeras misiones que recibió, del Gobierno de Allende, fue acudir a Cuba para restablecer las relaciones diplomáticas con la isla del Caribe. Pero allí, como escribió después en sus magníficas memorias Persona non grata, su experiencia fue penosa, ya que tuvo que sufrir el acoso y el espionaje por parte de Fidel Castro, quien lo expulsó de la isla y lo acusó de haber participado en actividades sediciosas y contrarrevolucionarias. Se entiende que todo eso era falso, y que la única culpa de Edwards fue hacerse amigo, con su natural simpatía, de todos los escritores cubanos, fuesen adictos o no al régimen, y reunirse con ellos y hablar de todo lo que se puede y lo que no se puede hablar en la isla. Pero las paredes oyen, y los micrófonos también, y a Fidel Castro se le acabó la paciencia y terminó por expulsarle, antes de que acabara definitivamente, según él, con las relaciones diplomáticas entre los dos países de izquierda radical.

Tras el fracaso cubano, Edwards llegaba a Barcelona para incorporarse días más tarde a la embajada en Francia, y trabajar codo a codo con Pablo Neruda. Esos días se alojó en casa de los Vargas Llosa y hubo comidas y cenas con todos los del boom y amigos cercanos, todos ávidos de noticias de Cuba. Allí contó, sobre todo, el ambiente que se había vivido entre los escritores con el estallido del caso Padilla, y cómo a él también le salpicó el tema. Fue particularmente intenso el relato de su última conversación privada con Fidel, la última noche de su estancia en La Habana, dramatización que hizo en la cena en casa de los Donoso. El dictador cubano había tomado simpatía por Jorge, pero ya la acusación se había enviado a Chile, y no había marcha atrás. Fidel le había estado siguiendo los pasos día a día mediante escuchas en su apartamento, informadores en las casas donde se reunían los poetas a deliberar sobre el régimen o el futuro de Heberto y los intelectuales cubanos, etcétera.

(...) En 1974, Mario Vargas Llosa toma la decisión de cruzar de nuevo ese puente transatlántico y volver a Lima. En el mes de julio de ese año, sus amigos le prepararon una gran fiesta de despedida en casa de Carmen Balcells. De ese día existe un testimonio gráfico inigualable, una fotografía en la que aparecen juntos García Márquez, Edwards, Vargas Llosa, Donoso y Muñoz Suay. Estos cinco ases no han vuelto a encontrarse hasta la fecha y sus puentes de la amistad se han desmoronado como un castillo de naipes, como una montaña de sal. Los únicos restos de sal que han permanecido con el paso del tiempo son los de las lágrimas que derramó Carmen Balcells por la partida de los Vargas Llosa.

(...) Gabo y Mario eran amigos íntimos desde 1967. Luego, sus diversos caminos políticos e ideológicos los fueron distanciando en intereses, pero no en amistad. No en vano vivieron codo con codo en Barcelona, siendo vecinos, durante cuatro años, y pasaron, como hemos visto, horas memorables, con celebraciones, aventuras, viajes y efemérides familiares en las que todo era motivo de alegría.

Pero ese día fatídico del febrero bisiesto de 1976, todo terminó entre ellos. Al menos, su amistad y el diálogo. A partir de ahí, los dos tomaron caminos diferentes (...) Se iba a proyectar, en pase privado, la película de René Cardona La odisea de los Andes (...) Un momento antes del comienzo de la proyección, en la zona de asientos del Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México, Gabo se levantó para ir a dar un abrazo a su amigo Mario. Lógico y natural, ya que hacía algún tiempo que no eran vecinos. En 1974, Mario volvió a Lima con su familia, y García Márquez hizo lo mismo poco después, para instalarse en México D. F. (...) En el momento en que Gabo llegaba al lugar donde estaba Mario, éste le propinó un gancho certero que noqueó al colombiano (...) En el Palacio de Bellas Artes nadie estaba preparado para una situación así, y no reaccionaron. El incidente quedó ahí. Ya no se sabe, ni importa, si al final se estrenó la película o no.

(...) Por una información confidencial, cuyo responsable no quiere que se diga su nombre, sabemos que los dos genios de la literatura actual mantienen cierto contacto privado. Eso sí, esporádico (...) El pacto entre caballeros de la mesa literaria, el Duque de Macondo y el Conde de la Casa Verde, sigue en pie. Elucubraciones: millones. Ahí están, inundando periódicos y publicaciones frívolas. Lo que hubiera entre ellos, sus amigos, sus posiciones políticas, sus mujeres, es cosa suya. -

De Gabo a Mario, escrito por Ángel Esteban y Ana Gallego (Editorial Espasa Calpe), se publica el 27 de enero al precio de 19,90 euros.

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