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Polémica en Argentina por los datos oficiales de inflación

El Gobierno fija la subida en el 7,2%, y los expertos, en el 24%

Soledad Gallego-Díaz

El Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (Indec) argentino hizo público esta semana el índice oficial, según el cual la inflación anual en 2008 no superó el 7,2%, una cifra ampliamente puesta en duda por la mayoría de los agentes económicos argentinos. La consultora Ecolatina, fundada por el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, asegura que fue del 23,5%, y la Universidad de Mendoza cifra la subida en el 24%. Especialmente llamativa es la diferencia que plantean unos y otros en cuando a la subida de los alimentos. Según el Indec, los precios sólo crecieron un 5,6% en 2008, mientras que según Ecolatina superaron el 29%.

La enorme diferencia entre uno y otro dato se debe a la distinta metodología que utilizan los dos organismos. Ecolatina emplea el mismo sistema que usó el Indec hasta 2007, mientras que el Instituto, que pasó en esas fechas a estar intervenido y controlado por el poderoso titular del Ministerio de Comercio, Guillermo Moreno, cambió sustancialmente su sistema de cálculo, de manera que ahora prácticamente sólo tiene en cuenta una cesta productos de consumo muy básico. Moreno sustituyó al equipo dirigente del Indec y también al equipo técnico que elaboraba el IPC hasta ese momento.

Las nuevas reglas son especialmente beneficiosas cuando se trata de calcular el incremento del coste de la deuda externa que está vinculada a la inflación oficial. Según datos publicados por Clarín, en sólo estos dos años la diferencia de cálculo habría permitido al Gobierno de los Kirchner ahorrar 16.000 millones de dólares. La deuda es una de las grandes obsesiones tanto del ex presidente Néstor Kirchner, como de su mujer, Cristina Fernández, la actual presidenta de la república, que tuvieron que hacer frente a las duras consecuencias de la suspensión de pagos en 2001.

El polémico índice oficial de precios plantea problemas muy serios, tanto de credibilidad de las instituciones argentinas como a la hora de calcular la cesta de la compra y los aumentos salariales. La contradicción queda en evidencia cuando se anuncia que el propio Gobierno argentino, que sólo reconoce un 7,2% de inflación, negocia con los sindicatos una subida salarial del 13,5%.

Lo mismo ocurrió en 2008, cuando, según datos oficiales, los sueldos crecieron ligeramente por encima del 20% como media. Sobre el papel, Argentina es un extraño caso en el que el Gobierno, en plena crisis económica internacional, acepta subidas salariales de nada menos que ocho puntos por encima de la inflación oficial. En la práctica, es una especie de juego acordado en el que los agentes económicos han aprendido a moverse siempre con dos planos distintos, la inflación oficial y la inflación real.

La peculiar estadística del Indec tiene efectos secundarios perniciosos porque trastoca buena parte de los índices que miden la economía y la riqueza del país, como han denunciado repetidamente algunos trabajadores del Instituto.

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