La ONU suspende la ayuda en Gaza
El Ejército israelí mata a un trabajador de la organización y hiere a otros dos - Cruz Roja acusa a los militares de violar las leyes de asistencia humanitaria
Están horrorizados. La Cruz Roja, Naciones Unidas, médicos noruegos que trabajan en Gaza y varias ONG difundieron ayer episodios escalofriantes del ataque de Israel contra la franja que ya se ha cobrado casi 800 muertos, 219 de ellos niños, en 13 días de matanzas y destrucción. Niños a los que se deja sin alimentos sobre los cadáveres de sus madres sin permitir el acceso de ambulancias, empleo de bombas diseñadas para mutilar y prohibidas por la legislación internacional y ataques a convoyes de ayuda humanitaria de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (UNRWA). Este organismo, de cuya ayuda dependen 750.000 palestinos en la franja (la mitad de la población de Gaza), dijo basta y suspendió todas sus actividades después de que uno de sus camioneros, que se encaminaba a recoger un cargamento, cayera muerto por fuego de la artillería israelí.
"¿Leyes internacionales?", se mofaba recientemente un alto mando militar en una reunión con periodistas. "Hay que arrasar Gaza", comentaba días atrás un ministro israelí. "Estamos siendo muy agresivos", admitía un oficial del Ejército. En las televisiones árabes se difunden imágenes que atestiguan esa ferocidad y que en Occidente se prefiere omitir. Son desgarradoras. Niños y ancianos sacados de los maleteros de coches sin piernas, amasijos de carne quemada.
Lo acaecido estos días en el barrio de Zeitun, en el este de Gaza, eleva aún más el listón de la brutalidad. Los soldados impidieron durante días el acceso de ambulancias a una vivienda donde a varios niños les faltaba poco para morir de inanición. "El equipo de rescate halló a cuatro pequeños junto a los cadáveres de sus madres. Estaban demasiado débiles para ponerse en pie. Había 12 cuerpos tirados en colchones", explicó Pierre Wettach, delegado del Comité Internacional de la Cruz Roja en Israel y los territorios palestinos. Wettach calificó de "inaceptable" el incumplimiento por parte de Israel de las leyes humanitarias y explicó: "A sabiendas de la situación, los militares no asistieron a los heridos y tampoco nos facilitaron hacerlo a nosotros o a la Media Luna Roja palestina". El Ejército israelí y el Gobierno hacen oídos sordos. A la luz del desastre, vincular el término "humanitaria" con sus actividades roza el esperpento. Ayer quedó claro, de nuevo, que nadie se libra del riesgo de caer muerto en este territorio definido como "campo de concentración" por el cardenal Renato Martino, lo que suscitó la ira del Ejecutivo israelí.
Un vehículo fletado por la ONU fue alcanzado en el norte de la franja. Su conductor falleció y otros dos trabajadores resultaron heridos. "El vehículo estaba marcado con una bandera de la ONU y coordinamos el convoy con el Ejército, pero aún así impactaron dos proyectiles de artillería. Hemos suspendido nuestras operaciones hasta que obtengamos seguridad y garantías", anunció el portavoz Christopher Guinness. UNRWA asegura que Israel también dispone de evidencias de que no se disparó desde el colegio de Yabalia bombardeado el martes. 46 personas han muerto a causa de ese ataque. No obstante, los gobernantes israelíes prosiguen su campaña de propaganda. "No se persigue a los civiles", dicen. La suspensión de los ataques durante tres horas diarias apesta a burla para los palestinos.
Las acusaciones contra Israel de terrorismo de Estado se escuchan desde hace días en el mundo árabe. Mientras, los países occidentales lamentan la catástrofe e insisten: el problema es el tráfico de armas hacia Hamás, que ayer rechazó la propuesta egipcia para forjar un alto el fuego. El completo levantamiento del bloqueo no se contempla y la renuncia a las armas se antoja inaceptable para el movimiento islamista. De hacerlo, simplemente, perdería su razón de ser.
Entre los casi 800 muertos -ayer se recogieron 35 cadáveres en zonas de combate entre la una y las cuatro de la tarde-, algunos presentan heridas producidas por armas prohibidas. Médicos noruegos que trabajan en el hospital Shifa de Gaza aseguraron que el Ejército utiliza bombas prohibidas por la Convención de Ginebra. Mads Gilbert, doctor nórdico, relató a una ONG canadiense que atendió a un niño de 10 años "que tenía el pecho lleno de fragmentos de esas bombas y en su regazo la pierna mutilada de otro adulto". Gilbert añadió que estos proyectiles tienen una onda expansiva que sólo alcanza 10 metros, pero quienes se hallan en ese espacio quedan despedazados. "Hemos visto a muchos pacientes así, con grandes pedazos de tejido muscular desgarrados", añadió el médico Erik Fosse.
"Los alcantarillados y desagües, el puerto de pescadores, torres de telefonía móvil, clínicas móviles, cientos y cientos de edificios, calles, carreteras, puentes, lo están destrozando todo", relataba desde Gaza un vecino del campo de refugiados de Yabalia. Después de dejar Gaza asolada y de asestar a Hamás un golpe de calibre aún incierto, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, aseguró que la operación continuará porque "no se han logrado todavía los objetivos". En los cementerios no queda espacio.
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