Israel sufre un ataque con cohetes desde Líbano
La noticia provocó respingos poco antes de las ocho de la mañana. Dos cohetes Katiusha impactaron en el norte de Israel, uno en la ciudad de Nahariya. Parecía una réplica de los acontecimientos de 2006.
Entonces, el Ejército israelí castigaba Gaza tras la captura del soldado Gilad Shalit, aún cautivo. Y el 12 de julio de aquel año un ataque de Hezbolá en la frontera concluyó con la muerte de ocho soldados, y dos reservistas -cuyos cadáveres fueron canjeados en mayo de 2008- cayeron en manos de la milicia chií. La guerra estalló y el sur de Líbano fue arrasado.
No sucedió ayer lo mismo. Hezbolá se apresuró a rechazar toda implicación en un ataque que tiene visos de haber sido cometido por algún grupo palestino desde el sur de Líbano. Así lo piensa también el Gobierno israelí, que mantiene a las fuerzas armadas en estado de alerta en el norte.
Asimismo, el primer ministro libanés, Fuad Siniora, se dio prisa en condenar el lanzamiento de los cohetes y en admitir que es una violación de la resolución 1701, que puso fin a la guerra de 2006. Israel ha respondido con artillería y con sobrevuelos de sus cazabombarderos. Lo más plausible es que los responsables del lanzamiento pretendieran arrastrar a Israel a una guerra en el norte.
Hezbolá ha condenado la agresión despiadada que padece Gaza desde el 27 de diciembre, pero casi nadie cree que el partido-milicia liderado por Hasan Nasralá esté por la labor de abrir un frente en el norte.
En junio se celebran elecciones en Líbano y Hezbolá aspira a lograr unos resultados que afiancen su poder político. El lenguaje incendiario de Nasralá parece más destinado a infundir ánimos a Hamás que a salir en su apoyo con ataques en el norte de Israel.
"Estamos preparados para cualquier agresión. Los sionistas descubrirán que la guerra de julio de 2006 fue un paseo por el parque si se compara con lo que tenemos preparado en el supuesto de un nuevo ataque", proclamó el carismático jefe chií.
El incidente, no obstante, pone de manifiesto la extrema volatilidad de Oriente Próximo. Cualquier chispazo imprevisible es susceptible de incendiar la región.
Poco antes de las once de la mañana las sirenas sonaron otra vez en la ciudad turística de Nahariya. Se trataba de una bomba de sonido causada por un avión de combate israelí, un estruendo espectacular. La gente corrió a los refugios, como en 2006. Esta vez sólo por unos minutos.
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