"Yo, todo bien"
"¡Yo no sé la diferencia entre taberna y bar especial!", clama Miah Faruque, bangladesí de 33 años, mientras agita con vehemencia un manojo de papelitos azules. Uno por cada inspección policial. Hay decenas. En todos dice, con distintas caligrafías, que el Albir "ejerce actividad distinta a la autorizada". La licencia, que Miah enseña como prueba irrefutable de legalidad, es para una taberna. Según los papelitos azules, el Albir funciona en cambio como "bar especial".
La diferencia no es otra que la hora de cierre. Taberna: 2.00. Bar especial: 3.00. Miah cierra a las tres. O más. Pero insiste en que puede hacerlo porque su licencia lo permite: "Yo, todo bien". En lo que llevamos de año ha tenido 24 inspecciones y 100 denuncias. Muchas por incumplir el horario de cierre. Por eso le han llegado dos sanciones, de 1.052 euros cada una. También un requerimiento de "suspensión de actividad", recurrido por su abogado.
Miah tiene dos explicaciones, o más bien dos sospechas, a tanto celo inspector: racismo y trato de favor a otros locales. "Otros abren hasta más tarde, dejan fumar porros y cosas, pero la policía sólo entra al mío". Algunas de las denuncias o ya se han subsanado o nunca existieron. "Carece de licencia de funcionamiento", dice una. No es cierto, ya que la tiene desde 1972. "Carece de seguro de responsabilidad civil". Este periódico vio los recibos, que estaban al día.
"Carece de salida de emergencia". Lo más parecido es una puerta al fondo del local, con el cierre metálico echado y dos barriles de cerveza y una estufa eléctrica obstaculizando el paso. El Consistorio no le ha sancionado por ello.
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