Un honor para el premio

El premio Nacional a Carles Santos es un reconocimiento que va más allá de la música. En sus espectáculos, Carles demuestra una sensibilidad especial para lograr la síntesis que los convierte en insólitos en el panorama cultural actual. Desde hace años mantiene una presencia significativa en los circuitos internacionales más exigentes y rigurosos, entre los que goza de un merecido prestigio. En esta ocasión, es el propio Premio Nacional de Música el que sale honorado al concedérselo a Carles Santos. Por otra parte, en lo que me atañe por cercanía, la alegría es grande porque es un estrecho colaborador y un amigo.

Cuando decidí que quería bandas sonoras no subsidiarias de la imagen en mis películas tuve la suerte de contar con Carles para que el sonido estuviera al mismo nivel que la imagen. Su papel ha sido esencial en este aspecto. Siempre he trabajado con colaboradores que tienen una práctica distinta de la mía. No he necesitado guionistas que hagan argumentos, sino colaboradores que estén en sintonía en el terreno de las ideas. Y con él siempre la hemos tenido y la mantenemos. Su aportación ha sido un estímulo que me ha permitido avanzar en mis películas para lograr que todo el proceso sea una aventura hasta el final.

Creo que el premio supone un cambio. Es el reconocimiento que abre las puertas a que las instituciones reconozcan ahora los valores culturales emergentes, que no son los de la cultura como mercancía para el consumo, sino el de la imaginación y la transgresión, el de la gente que propone nuevos códigos para las necesidades del cambio histórico: el impulso y la fuerza creativa latente en el espacio cultural, entre los que siempre estuvo Carles Santos. Y sigue en ello, afortunadamente.

Pere Portabella es director de películas como 'El silencio antes de Bach' o 'El puente de Varsovia', a las que puso música Carles Santos.