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Reportaje:Empresas & sectores

Aalto crece en la 'milla de oro' del Ribera del Duero

La bodega vallisoletana obtiene el 60% de sus ingresos en mercados exteriores

Algunos ya la empiezan a llamar la milla de oro del vino español. La carretera nacional que lleva de Aranda de Duero a Valladolid congrega en sus márgenes, y casi unas junto a otras, a algunas de las bodegas más valiosas de España. Vega Sicilia, Arzuaga, Abadía Retuerta, Teófilo Reyes, Viña Mayor, Protos y Aalto, entre otras, tienen sus bodegas y viñedos asomados a esta vía. Son instalaciones, muchas de ellas, espectaculares, diseñadas por arquitectos de primera fila, que incluso son capaces -como Arzuaga- de albergar un pequeño hotel de lujo, que presagia que la crisis aún no se recoge en las viñas.

En este espacio del glamour enológico, una de las bodegas más activas es Aalto. De la mano del Grupo Masaveu (40%) y del Grupo Nozar (40%), está obteniendo sus mejores números, sustentados por las exportaciones -el 60% del volumen de negocio- y el incremento de producción: este año se llegará a las 210.000 botellas. De momento, el vino se exporta a unos 25 países, con destinos tan dispares como Japón o Finlandia, en una evidencia de la aceptación que la uva española tiene en el mundo.

La bodega comercializa dos vinos de alta gama: Aalto, el que da nombre a la propia casa, y Aalto PS, el más caro de los dos (unos 70 euros a precio de mercado frente a los 25 de Aalto). Se trata de un vino que ha recibido 98 puntos (sobre un máximo de 100) del mayor gurú enológico del mundo, Robert Parker, y que se vende, al igual que ocurre con los Vega Sicilia, por el sistema de cupos. El cliente-amigo, como lo denominan en la bodega, recibe dos cajas como máximo. "Es un vino que en un mes se agota", explican en Aalto. Hablamos de una producción pequeña, unas 15.000 botellas, y que sólo se elabora aquellos años en los que la uva exhibe las condiciones propicias. Por ejemplo, este año seguramente no habrá.

Aalto ejemplifica la enorme pujanza que ha tomado el vino en la Ribera del Duero y, a la vez, resuena como un eco amplificado de lo que se vive en otras zonas enológicas españolas. El mundo del vino, al menos en los segmentos de calidad más elevados, resiste este primer año de crisis. Por ahora, Aalto ha invertido unos ocho millones de euros en la creación de una bodega de diseño (del arquitecto Jesús Manzanares, quien también ha firmado instalaciones como las de Álvaro Palacios o Enate) distribuida en cinco plantas, que suman 16 metros de altura. Una de las aportaciones de esta nueva arquitectura a la elaboración del vino es que intenta que la mayoría de los procesos de transporte se hagan por gravedad, con el fin de evitar medios mecánicos que podrían golpear la uva.

En estos días, en sus instalaciones descansan 2.400 barricas nuevas de caro roble francés (de unos 600 euros cada una), que se encargan de proporcionar parte de los aromas y sabores que contendrá el vino. Sin embargo, en un estadio anterior de su elaboración adquieren gran importancia también los 35 depósitos de metal, con una capacidad de 15.000 litros cada uno, que reposan en la bodega; entre ellos destaca, sobre todo, uno más pequeño (5.000 litros), elaborado con madera, y cuyo destino es criar parte del Aalto PS.

Alrededor de la bodega, 15 hectáreas esperan a ser plantadas. Además, disponen de unas 80 hectáreas de viñedo viejo (con cepas que superan los 40 años). De estas viñas, 10 son propias y el resto se trabajan con contratos de alquiler. Así se cultivan bajo las exigencias de la propia bodega. Estos viñedos respiran una particular diáspora repartidos en diferentes pueblos de la Ribera del Duero burgalesa, como La Horra, Roa, La Aguilera, Quemada, Baños de Valdearados o Moradillo.

En los aledaños de estas viñas viejas han comprado y plantado dos fincas. Una de ellas, de 15 hectáreas, está en el municipio de Quintanilla de Arriba y es en la que se halla la bodega, de 7.000 metros cuadrados. La otra parcela, enclavada en Piñel de Abajo, posee 20 hectáreas, de las cuales se han cultivado ocho. Todo para responder a la producción al alza. La producción de Aalto ha transitado de las 200.000 botellas de hace dos años a las 210.000 de éste, y el objetivo es alcanzar 300.000. Ésa es la cantidad máxima a la que se limitará la producción. "Aunque la demanda sea mayor, no la superaremos", confirma Javier Zaccagnini, director de la bodega, que, con estos números, espera facturar unos 4,5 millones de euros este año. Una cifra elevada para un vino de alta gama y reducida producción.

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