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Reportaje:

La crisis amenaza símbolos del poder en Rusia

Interrumpidas las obras para construir el mayor rascacielos de Europa

Pilar Bonet

La crisis económica siembra incertidumbre sobre los símbolos del poder y el dinero en Rusia, como el conjunto arquitectónico Rossia, un proyecto de Norman Foster que, según lo previsto, debería convertirse en 2012 en el edificio más alto de Europa y el segundo del mundo (118 pisos y 612 metros de altura). Shalva Chigirinski, el empresario de este proyecto valorado en 1.300 millones de dólares (unos 1.000 millones de euros), ha dicho que las obras de Rossia se han "interrumpido" en vista de la difícil situación en el mercado financiero. Rossia es hoy un socavón ilustre -inaugurado por el alcalde Yuri Luzhkov- en Moscow City, una nueva zona comercial destinada a renovar la imagen de la capital.

La crisis se ha convertido en una dificultad suplementaria para otro proyecto del arquitecto británico en Moscú: un nuevo entorno urbano en el emplazamiento de un hotel soviético, en la plaza Roja. En lo que a Foster and Partners respecta, ninguno de los dos proyectos está congelado, según su jefa de prensa en Londres. Sin embargo, en Moscú los problemas económicos afectan al Ayuntamiento, el principal ideólogo de la búsqueda de nuevas señas de identidad de la ciudad en marcas arquitectónicas como Foster.

El conjunto urbanístico denominado Moscow City, a las orillas del Moscova, es la tarjeta de visita de la capital y estaba previsto que la alcaldía trasladara sus dependencias allí. Ahora, el consistorio ha pospuesto de forma indefinida la edificación de sus nuevos locales, según dijo a Interfax Ivan Novitskii, diputado de la Duma municipal. Fuentes consistoriales citadas por la agencia confirmaron las intenciones de retrasar las obras debido a la dificultad para encontrar inversores.

El diario Kommesant apuntaba la posibilidad de que el grupo Mirax, otro de los involucrados en la City, tenga que congelar la construcción del segundo edificio de un conjunto de dos torres denominado Federación.

Los precios de los pisos en Moscú, prohibitivos hasta hace poco, han comenzado a descender. Según el diario gubernamental Rossískaya Gazeta, han bajado un 0,5% y continuarán bajando un mínimo del 10%.

Ante la rapidez de la crisis, los rusos apenas han tenido tiempo de reaccionar. El Gobierno frena el paro, lo que supone que centenares de miles de personas subsisten hoy con salarios recortados o están en vacaciones sin sueldo. A fines de octubre, la tasa de desempleo llegó al 6,1% de la población activa. Sólo en octubre se apuntaron al paro 76.000 personas. En un futuro próximo, según previsiones gubernamentales, los empresarios van a despedir a 200.000 trabajadores.

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Por primera vez en 10 años, el producto interior bruto (PIB) cayó un 0,4% en octubre en relación con el mismo mes de 2007. Con todo, el pronóstico oficial prevé un crecimiento del 6,8% en 2008.

Los problemas económicos son tratados de forma aséptica y en abstracto por la televisión estatal, que evita personalizarlos e informar sobre cómo éstos se reflejan en la vida de los ciudadanos. La prensa, más explícita, se arriesga. El diario Védomosti ha sido objeto de una advertencia sobre posible extremismo por publicar un artículo en el que se contemplaban eventuales revueltas sociales en Rusia. El autor, Evgueni Gontmájer, del Instituto de la Modernización, se inspiraba en Novocherkassk, la ciudad rusa donde en 1962 se produjo una matanza cuando el Ejército disparó sobre una manifestación de obreros que protestaban por la disminución de su nivel de vida.

Maqueta del proyecto de la torre Rossia, de Norman Foster.
Maqueta del proyecto de la torre Rossia, de Norman Foster.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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