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Reportaje:COMEDIA URBANA

Sobrevivir a cenas de idiotas

El paliza lleva toda la noche acosándole. Sí, El Paliza, ese tipo que ha atropellado cada una de sus escasas intervenciones durante la cena. El mismo que ha dejado en ridículo sus modestas vacaciones con el relato de un viaje estúpidamente exótico y no ha dudado en ensañarse con su coche de segunda mano, su hipoteca inflada y su camisa mal planchada (reconozca, al menos, que es una presa fácil). Cuando esta incómoda situación parecía difícil de empeorar, al indeseable que tiene sentado enfrente no se le ocurre otra cosa mejor que afirmar, hablando de todo un poco, en voz alta y mirándole de soslayo: "Hay que releer a Carl Schmitt".

Lanzarle el cuchillo de la carne sería una opción más que justificada. Probablemente conseguiría incluso terminar la velada a hombros del resto de comensales. Pero no, querido urbanita contemporáneo, usted debe recurrir a una opción más ajustada a las buenas costumbres. Ahora sabrá cómo hacerlo sin provocar heridos gracias a los franceses Sven Ortoli y Michel Eltchaninof, quienes han desgranado en su Manual de supervivencia en cenas urbanas (Salamandra), recientemente publicado en España, las claves para salir airoso de las embestidas de los culturetas más agresivos.

De este modo, ante provocaciones del tipo "hay que releer a Carl Schmitt" (repárese en el verbo "releer"), los autores de este librito de emergencias para citas-polvorín proponen esgrimir, entre otros argumentos: "Carl Schmitt era nazi". Y así, todo un catálogo de soluciones para situaciones incómodas que sufren quienes tienen la sensación de actuar como Peter Sellers en El guateque cada vez que asisten a cenas en casas de conocidos y desconocidos varios. Es más, aun tratándose usted de un enemigo acérrimo de este tipo de celebraciones, debe saber que estas páginas custodian un menú de filósofos y pensadores cuyas reflexiones también constituyen golpes de efecto para contraatacar a los familiares más belicosos durante las inminentes fiestas navideñas.

"La idea de escribir este manual nació hace dos años, después de mantener muchos encuentros con filósofos franceses y reparar en la complejidad de su lenguaje", comenta al teléfono desde París Sven Ortoli, de 55 años, asesor de la revista Philosophie Magazine. "Le propuse a Michel, profesor de filosofía y colaborador de esta misma revista, escribir algo juntos para quienes odian las palabras vacías o las ideas falsas. Estas páginas van dirigidas a quienes acuden a una cena con ganas de conocer gente nueva, pero necesitan escapar de los listillos que pelean no por defender una idea, sino por humillar al oponente".

Y ya sabemos cómo se las gasta El Paliza. Por más que intentemos escapar de su lamentable figura, adoptará diferentes formas para ejercer su acoso implacable. Para el tándem Ortoli-Eltchaninof, una de las variantes más peligrosas es la del periodistósofo, esa inflamable mezcla de periodista y filósofo, escritor de libros, colaborador en diarios y tertuliano habitual que "es capaz de trazarnos un cuadro a lo Pollock de la globalización". Alguien, en definitiva, empeñado en convencernos de lo estúpidos que somos cuando le escuchamos.

Pero estos autores también nos previenen contra otros sujetos dignos de mantener a raya, como el musicólogo, que llegará a la hora del aperitivo con sus blue suede shoes y el mechón de cabello gris para preguntar en voz alta: "¿Qué es el rock?", y acto seguido se responderá a sí mismo sin escuchar a nadie, o el neohippy, ethnic elegante, recién llegado de un seminario de filosofías orientales, que le agredirá sin pensárselo dos veces con aquello de "ustedes los occidentales...", y eso que el panoli vive a 20 kilómetros de Madrid... Cómo olvidar al hipermoderno, dispuesto a encajar la Blackberry o el iPhone junto a su plato -o, mejor, dentro de su plato- para tener a mano la Wikipedia en caso de encontrarse en la necesidad de rebatir algún argumento, o ese otro dandi filosofador que le cogerá desprevenido mientras fuma un cigarrillo en el balcón y le dará la barrila con lo de: "Me encanta la prohibición de fumar; yo soy un anarquista especial que debe ponerse límites para disfrutar más al quebrantarlos".

¿Qué hacer cuando, a pesar de haber desplegado nuestra mejor retórica, cualquiera de estos prototipos nos tiene arrinconados sin escapatoria posible? "La mejor defensa contra ellos es citar a Spinoza poniendo cara de Are you talkin' to me?", sugiere Sven Ortoli. "Funciona como un cuchillo, por ejemplo, contra los antidarwinistas, porque Spinoza odiaba las supersticiones, y contra quienes pretenden robarte a la pareja o ante todos los atacantes en general. Una frase como 'no sabemos lo que puede un cuerpo', cuyo significado nadie conoce realmente, puede dejar tirado en la cuneta al más petardo".

Las citas ilustres de este libro no restan protagonismo a otros consejos para deslumbrar a anfitriones, tales como evitar la pedantería enológica y jamás hablar de los vinos que no están en la mesa. Quizá no encontremos respuesta a la pregunta que formula el autor ficticio del prólogo de este burlón tratado de urbanidad: "¿Por qué se come en sociedad?". Queda patente al menos la sugerencia de que el paliza de turno haría bien en aplicarse la reflexión de Jonathan Swift mencionada al final de dicho prólogo: "Si no con la capacidad de ser brillante, la naturaleza sí ha dotado a todo el mundo con la de resultar agradable".

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