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Crisis mundial | Los protagonistas de la cumbre

Distintas visiones para una crisis global

La UE y Rusia llegan a Washington con ansias reformistas frente a las reticencias de Bush

La cumbre extraordinaria del G-20 arranca hoy en Washington con dos visiones enfrentadas: un país anfitrión, Estados Unidos, escéptico sobre el calado de las reformas que hoy se han de acordar en Washington; y una Unión Europea con más ansias reformistas.

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Estados Unidos recibe a los 20 países abrumado por los indicadores económicos negativos y con un presidente que, en sus últimos días de mandato, se resiste a que la reunión se convierta en una revolución del capitalismo. "La crisis no se debió a un fallo del sistema de libre mercado, y la respuesta no debe ser una reinvención de ese sistema", dijo el jueves George W. Bush. Los problemas de la superpotencia van desde la contracción del crédito y el consumo, al aumento del déficit en la balanza comercial y la sostenida pérdida de empleos. El presidente electo, Barack Obama, que no asiste a la cumbre, hereda una crisis financiera sin apenas precedentes, y vías de agua en buena parte de los sectores productivos, especialmente el automovilístico, gravemente castigado.

La emblemática General Motors, una de las tres grandes casas de Detroit, pierde ventas y dinero a chorros, y peligra su viabilidad si la Administración no sale en su ayuda, según las agencias calificadoras de riesgo. El auge de la gigantesca cadena Wal Mart, cuyos precios son de los más bajos del mercado, evidencia la menor capacidad adquisitiva. Inmersa en dos guerras, una costosa dependencia energética y un sistema de salud que consume masivos fondos, la economía estadounidense puede adentrarse en un periodo recesivo largo y profundo. "Son necesarias medidas audaces para restaurar la confianza y volver a crecer", diagnostica el Centro para el Progreso de América.

CHINA El foco, en casa

El presidente Hu Jintao llegará a la cumbre con el zurrón cargado de millones de dólares, lo que le permitirá hacer valer el papel de China en la crisis internacional. Pekín anunció el domingo pasado un plan financiero por valor de 586.000 millones de dólares (460.000 millones de euros) hasta 2010 para revitalizar la economía doméstica, y contribuir, de paso, según asegura, a reactivar la mundial. El Gobierno afirma que la mejor aportación que puede hacer a la estabilidad financiera global es mantener su economía "saneada", y ha dejado bien claro que su prioridad está de puertas adentro y no en planes de rescate para otros.

Occidente quiere que Pekín ayude con sus reservas de divisas de casi dos billones de dólares a crear un fondo de emergencia en el Fondo Monetario Internacional. Las autoridades chinas responden que están dispuestas a realizar "esfuerzos concertados" con otros países, pero no han detallado cómo.

Pekín ha dicho que los países desarrollados, los que han originado la crisis, deben asumir sus responsabilidades. Pero es consciente de que, como con el calentamiento, sea quien sea el causante, las consecuencias son globales.

Si Pekín accede finalmente a contribuir a solucionar la crisis global, no será gratuito. Podría utilizarlo como moneda de cambio para pedir, por ejemplo, garantías de que futuras compras de activos en EE UU no sufran bloqueos como hasta ahora. También es previsible que Hu Jintao presione en la cumbre a los mandatarios occidentales para que den un mayor papel a los países menos avanzados en las instituciones financieras globales, como el FMI y el Banco Mundial

El plan anunciado el domingo es el mayor jamás emprendido por China, aunque, según la agencia Moody's, incluye inversiones ya en marcha. Contempla rebajas de tasas a la exportación, más ayudas a los pobres y los campesinos, incentivos al consumo y cuantiosas inversiones en infraestructuras (aeropuertos, autopistas y ferrocarril). El objetivo es impulsar la demanda interna y activar una economía cuyo crecimiento se ralentizó al 9% en el tercer trimestre -la tasa más baja en cinco años-, debido a la menor demanda extranjera. Una situación que ha provocado el cierre de miles de factorías, y ha despertado el fantasma del paro y las protestas sociales en un país que prácticamente carece de cobertura social.

AMÉRICA LATINA Pendientes del consumo

Lo que le importa a América Latina de la cumbre no es la liquidez en los mercados ni el crédito internacional. Lo que necesita desesperadamente es el consumo. Que los líderes del G-20 encuentren la fórmula para evitar un desplome en el consumo en las sociedades del primer mundo y, sobre todo, en China, un desplome que echaría por tierra buena parte del trabajo realizado en los últimos años y que borraría las expectativas de progreso.

"Todos los ojos están puestos no en EE UU ni en Europa, sino en China", asegura Raúl Ferro, economista peruano que trabaja para el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), en Santiago de Chile. Ha resultado impresionante ver la cantidad de diplomáticos y empresarios latinoamericanos que querían estar presentes en la reunión sobre cooperación y medioambiente del pasado miércoles en Pekín. Cualquier retracción importante en China supondría una catástrofe. "Pero no es sólo Asia. México está muy expuesto a EE UU. Si cae el consumo de coches en California, donde se cierran fábricas es en México. Perú, por ejemplo, se han endeudado para invertir de cara al Tratado de Libre Comercio con EE UU que acaban de firmar. Ahora resulta que no van a consumir esos productos", añade Ferro.

Argentina es la gran incógnita. El llamado modelo K. (de Kirchner) se sustenta en elevados ingresos por la exportación de grano. Ahora sufre una fuerte presión inflacionaria y dificultades para alimentar esos ingresos fiscales. El Gobierno parece decidido a mantener el crecimiento "a como dé lugar" con medidas radicales, como la estatalización de los fondos de pensiones (las AFJP), pero aun así se teme un crecimiento por debajo del 4%, muy insuficiente.

Si el precio de las materias primas se mantiene razonablemente estable, América Latina soportará la crisis. Las recientes previsiones del FMI sobre el crecimiento latinoamericano, que sitúa en torno al 2,5%, han caído como lluvia fría. Ese nivel de crecimiento equivale a una recesión en Europa, porque no es capaz de garantizar ni el empleo ni la riqueza suficiente para permitir que quienes abandonaron el umbral de la pobreza durante estos años se mantengan ahora a salvo de un nuevo y terrible retroceso.

Si las peores previsiones se cumplieran y China no fuera capaz de salvar a América Latina, la región haría frente a la crisis con una ventaja sobre etapas anteriores: los riesgos de involución política son menores que hace una década. Brasil y Chile parecen haber superado definitivamente esa peligrosa deriva. México, pese a sus problemas con el poderoso narco, se mantiene estable como democracia. La situación en Perú podía quizás ser más complicada. El riesgo de involución autoritaria parecía estar despejado, pero la crisis podría reavivarlos.

UNIÓN EUROPEA Recesión y reforma

Europa acude a la reunión del G-20, que agrupa a los principales países desarrollados y emergentes, en un momento especialmente delicado, por la recesión que hunde las economías de los países de la zona euro. El objetivo principal de la Unión Europea es iniciar una reforma profunda del Fondo Monetario Internacional, (FMI) para que ejerza un verdadero control político sobre los sistemas de supervisión de los bancos y entidades financieras. La reunión ha despertado muchas expectativas pero también hay consciencia de sus limitaciones.

Los europeos son conscientes que la reunión que se desarrollará hoy y mañana no desembocará en un nuevo Bretton Woods, donde en 1944 se acordó la creación del FMI y el Banco Mundial y una primera arquitectura de las finanzas internacionales. Pero confían en que sea el inicio de un plan de trabajo para que esta reforma se desarrolle durante los próximos meses.

Prueba del interés de la UE por alcanzar objetivos concretos es que quiere un nuevo encuentro dentro de 100 días para hacer un control de las tareas de los acuerdos adoptados. El presidente ruso, Dmitri Medvédev, coincidió ayer en la necesidad de celebrar una segunda reunión en Washington para finales de febrero, en la que ya podría participar el nuevo presidente estadounidense, Barack Obama. Medvédev aseguró ayer en Niza que la posición rusa es "casi idéntica" a la que presentará la UE.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, advirtió ayer que no había que "esperar un milagro", de la cumbre, sino más bien "el inicio de un proceso". Sin embargo, el presidente del Ejecutivo comunitario confía en que se adopten "decisiones concretas" sobre la reforma del FMI. Barroso ha manifestado la buena disposición de la Unión Europea a reducir su representación en el FMI para dejar más espacio a los países emergentes, como China.

Con informaciones de Juan Jesús Aznárez (Washington), Jose Reinoso (Pekín), Soledad Gallego-Díaz (Buenos Aires) y Andreu Missé (Niza).

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