Una receta llamada competitividad
"La industria catalana necesitará entre cuatro y cinco años para volver a estar donde estaba". En medio de un goteo de expedientes de regulación y de anuncios de cierres de plantas, y en un ambiente de recesión, éste fue el pronóstico que ayer formuló Ramon Roca, presidente de la multinacional catalana Ros Roca, que fabrica bienes de equipo y diseña sistemas y procesos de ingeniería aplicados al medio ambiente, y es uno de los pesos pesados de su sector en el mundo. Ros Roca llamó a las empresas a "acelerar su internacionalización" y a pensar en el cierre de "alianzas" como una de las recetas básicas para encarar la crisis, en el discurso inaugural de la Jornada de los Economistas que se celebró ayer en Barcelona.
El mensaje transversal que sobrevoló la cita anual del gremio fue la necesidad de pensar a largo plazo. "El cambio de modelo productivo hacia una mayor competitividad ya no es sólo conveniente, sino que se ha hecho imprescindible", comentó el decano del Colegio de Economistas de Cataluña, Joan Casas, en línea con el documento que acaba de difundir su junta de gobierno, en el que se alerta de que la actual crisis financiera -que por falta de crédito "está provocando un auténtico colapso de las empresas, que no pueden ni dar respuesta a sus pedidos", creen los economistas- no debe "esconder" los auténticos retos de futuro de Cataluña.
El consejero de Economía, Antoni Castells, resumió esos retos en la misma jornada diciendo que "la única receta de fondo, el único remedio de verdad, es la mejora de la competitividad, y eso pasa por mejorar nuestra productividad". Asimismo auguró: "Estamos empezando a salir ya de la crisis financiera", aunque entre el público los comentarios eran más pesimistas.El mensaje del consejero fue doble. "Si no somos más competitivos, habrá más destrucción de empleo y más suspensiones de pagos", advirtió, tras reconocer que el sustrato industrial de Cataluña -pese a que este sector ha ido bajando progresivamente su peso en la economía hasta niveles comparables como los de países avanzados, en torno al 25%- hace que la crudeza de la crisis se note con mayor crudeza. Pero también destacó que esa base productiva era una de sus "fortalezas". Castells llamó a los empresarios a "no tener miedo" y prometió "perspectiva y voluntad de resolver los problemas".
Pese a este mensaje comedido, acompañado del llamamiento del alcalde Jordi Hereu a "tener confianza", el sentimiento dominante entre los economistas fue de confesada preocupación ante un 2009 que se prevé duro.
Los directivos de empresas industriales que intervinieron en la jornada, que abordó el futuro de la economía, abundaron en ideas como éstas: la batalla de los costes industriales debe darse por "perdida" y ganar competitividad no sólo pasa por los costes salariales bajos (grupo de sanitarios Roca); las economías emergentes tienen potencial como "nuevos proveedores de procesos subcontratados" (el fabricante de enchufes Simón), y la construcción de una empresa global no se limita a deslocalizar producción hacia países con mano de obra más barata, sino que pasa por "aprovechar las ventajas de cada mercado o país donde se vaya" y, más allá del coste de la mano de obra, debe considerar la logística, la especialización, la proximidad al cliente final o la inversión en capital (el grupo componentes Ficosa).
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