Descenso al infierno de Leningrado
Valentina Rothmann, de 12 años, descubrió horrorizada que a muchos de los cadáveres que acarreaba les habían cortado las nalgas. Eso no fue nada comparado con la experiencia de otra joven, Vera Rogova, a la que persiguió un caníbal con ojos extraviados de hambre y un hacha.