El cruel comercio del trueque de prisioneros
El intercambio de presos se hizo según el valor que les daba cada bando
La guerra avivó un comercio disparatado: el trueque de presos. En ese intercambio, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) jugó el papel garantista de un notario que da fe de que la palabra se ha cumplido. Lean si no la nota escrita en francés por Raimundo Fernández Cuesta en Marsella (Francia) el 4 de octubre de 1937, tras ser canjeado, para testimoniar que estaba sano y salvo. Poco después de su liberación, Franco le nombraría secretario general de Falange y, acabada la guerra, ministro de Agricultura.
Entre los papeles que recalan en Salamanca -que son accesibles al público en Ginebra desde 1996- hay una carta escrita en Valencia el 23 de julio de 1937 por José Giral, a la sazón ministro de Estado, donde queda patente el extremado interés que se tomaba cada bando para liberar a ciertos presos. Va dirigida al encargado de Negocios de Gran Bretaña, J. H. Leche, para recordarle "una lista de personas que se proponen para canjes diversos". Entre los nombres más significativos figuran algunos hermanísimos: Miguel Primo de Rivera, Pilar Millán Astray, Justino Azcárate, la "señora" Lerroux y el citado Raimundo Fernández Cuesta, al que cambiaron por el diputado socialista Luis Rufilanchas. Sin sutilezas, el ministro expone los trueques y el estado de las negociaciones. "El canje de Pilar Millán Astray con Ascensión Andrés Casasús es también uno de los más interesantes". "El referente a la señora Lerroux contra doña Celia Praga, madre de un jefe de Estado Mayor del Ejército, está detenido porque parece ser que los rebeldes no le aceptan. Sería muy interesante ejercer presión sobre ellos. Se trata de dos señoras ancianas". "También de extraordinario interés es el canje de Miguel Primo de Rivera contra Francisco Largo Calvo. Este canje sabe usted que debe gestionarse con el general Queipo de Llano". "El de don Justino Azcárate, hermano de nuestro embajador en Londres, con la familia del teniente coronel Pozas parece ser que ha fracasado, pero en cambio se gestiona, y le agradeceré a usted que se tome en ello el máximo interés, el canje de dicho señor Azcárate con el aviador Sartorius".
No todos los presos valían lo mismo.
Babelia
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