La leche hace aguas
Ganaderos y empresas sufren las importaciones a bajo coste
Los ganaderos llevan varios meses revueltos contra las industrias por la bajada de los precios de la leche en el campo en pleno otoño y el abandono de las rutas de recogida por parte de las empresas. Las industrias lácteas denuncian a su vez la caída de las ventas, la presión de la gran distribución para fabricar leches a menor precio de las marcas blancas y las dificultades que sufren frente a las leches baratas importadas para competir en el mismo mercado.
Nadie está satisfecho. Desde el sector ganadero hasta la industria transformadora, todos se lamentan del presente y miran el futuro con pesimismo. La Administración, calla.
Para tratar de superar la situación, como una primera respuesta a ésta se plantea el desarrollo de medidas para disponer en España de leche a los mismos precios que los competidores al norte de los Pirineos. En esa línea, desde el sector agrario y la industria, la principal y casi única medida reclamada a la Administración ha sido el desarrollo de un plan de abandono para facilitar la salida de los ganaderos que quieran dejar la actividad. El segundo paso en ese proceso sería la aplicación de un programa de reestructuración para constituir explotaciones competitivas frente al exterior que pudieran producir a unos precios similares a otros países comunitarios. Frente a las 120.000 explotaciones de hace una década, en la actualidad sólo quedan unas 25.000 con los ganaderos haciendo cola para dejar la actividad por falta de rentabilidad.
Las marcas blancas, que son un 20% más baratas, superan ya el 50% de las ventas
El primer detonante de esta nueva coyuntura han sido los malos resultados del grupo Leche
Pascual que por primera vez hacía públicas unas cuentas en negativo en el último año con unas pérdidas en el resultado de explotación de algo más de siete millones de euros.
Para el presidente del grupo, Tomás Pascual, no es problema que se hayan producido resultados negativos un ejercicio, consecuencia de una situación coyuntural de altos precios en origen, ya que desarrolla su ritmo de inversiones. El responsable del grupo reconoce no obstante que aunque ha mantenido su nivel de ventas con su marca líder, no ha sucedido lo mismo con su segunda marca PMI. Según sus datos, la caída de la demanda ha sido pequeña en los hogares, pero en la restauración ha llegado hasta un 15%. Desde una firma marquista como Pascual se reconoce el aumento de las marcas de la distribución, algo que se niega a fabricar el grupo y el descenso de las marcas propias. Donde hay coincidencia en el sector es en la caída de las leches enriquecidas. Tomás Pascual aboga por una estabilidad en los mercados desde los precios pagados al ganadero.
Pero los problemas no corresponden sólo a una empresa marquista, sino que se extienden a todo el sector, más grave en aquellas que habían hecho su apuesta por marcas caras con un alto gasto en publicidad.
Central Lechera Asturiana sólo tuvo en 2007 un beneficio de 2,9 millones de euros. El consejero delegado de Corporación Alimentaria Peñasanta, donde es mayoría Central Lechera Asturiana, reconoce que los resultados no son buenos y considera que es un hecho la explosión de la marca de la distribución en detrimento de las marcas propias. El grupo asturiano estima que el desarrollo de la misma no es lo mejor para una firma como la suya que han apostado por la marca propia y la innovación. Pero ante la necesidad de vender sin pérdidas para mantener la actividad de sus ganaderos, señala estar fabricando marca blanca para diferentes grupos, donde, por los menores costes de distribución es posible vender la misma calidad con un diferencial de precio de hasta casi un 20%.
Según los datos manejados por los industriales, junto a la caída de la demanda se ha producido un incremento de la marca más barata de la distribución en más del 12% hasta suponer en los productos lácteos más del 50%. Por el contrario, la marca propia de las empresas ha sufrido un recorte del 9%. Frente a un precio medio de una marca propia de 0,90 euros, las marcas de la distribución se hallan entre 0,60 y 0,70 euros litro.
Una situación similar se ha producido en el caso de Puleva que tiene la marca propia y los productos de innovación como buques insignia a precio alto.
En contra de los intereses de los industriales, en la campaña anterior se produjo una subida espectacular de los precios en origen pasando los mismos de 0,30 euros litro a 0,46 euros por la existencia de un déficit en la oferta nacional y comunitaria. Esa subida de precios, pagada por los industriales, pudo repercutir en una primera fase en los precios de venta al consumo. Sin embargo, el desarrollo progresivo de la crisis económica con una recesión de la demanda y el auge de las marcas de la distribución más baratas ha tirado todos los precios a la baja so pena de reducir sus ventas.
En la actualidad, a este problema se han sumado la importación masiva de leche a granel o ya envasada a precios bajos a la que deben hacer frente las empresas ubicadas en España. Esta situación se ha traducido en un aumento de los niveles de los stocks en las empresas pasando los almacenamientos de dos meses. Sobre unos stocks medios de 40 millones de litros, en este momento esos excedentes superan los 160 millones. Los stocks de quesos se han disparado en un 142%.
Aunque las importaciones baratas y la caída de la demanda es un fenómeno generalizado, hay grupos que, por su estructura de ventas, han sufrido un menor impacto negativo. Es el caso de la Cooperativa del Valle de los Pedroches, Covap. Su director general Miguel Ángel Díaz Yubero reconoce la existencia de un problema serio en el sector, pero el mismo ha afectado menos a la empresa en cuanto, como interproveedor de Mercadona, mantienen los niveles de demanda y la necesidad de producir más.
El último eslabón
Hace un año, los ganaderos no salían de su asombro ante la subida espectacular de los precios en origen cuando solamente unos meses antes los industriales habían procedido a rebajar las cotizaciones en el campo por la existencia de leche de sobra en todos los mercados.
Doce meses más tarde, los precios han iniciado una caída libre desde los 0,48 euros hasta una media por debajo de los 0,36 euros y, sobre todo, con problemas para poder comercializar sus producciones.
Como último eslabón de una cadena que va desde la gran distribución a la industria, los ganaderos están pagando los platos rotos.
La gran distribución, con secuencia de la crisis general de la demanda, ha reducido por un lado sus ventas y por otra parte se ve en la la necesidad de tener una serie de productos baratos con marca propia como elementos reclamo para los consumidores. Para aumentar ventas, una parte de la gran distribución ha vuelto a reinventar además las ofertas en una estrategia donde también tienen los mismos intereses las propias industrias para vender más y reducir unos stocks elevados.
Las necesidades y exigencias de la gran parte de la distribución se han trasladado a unas industrias que se están viendo forzadas a fabricar leche barata al mismo precio que lo pueden colocar en los mismos lineales los productores o los industriales de otros países y muy especialmente Francia o Alemania.
Bajo la presión de la gran distribución, las industrias han trasladado hoy sus problemas a los ganaderos: precios bajos para poder competir con la leche importada y las demandas de la gran distribución o el abandono de recogida para no aumentar excedentes.
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