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Alíev convierte las elecciones de Azerbaiyán en un plebiscito

Pilar Bonet

Azerbaiyán celebra hoy unas elecciones presidenciales que suponen un plebiscito sobre su actual mandatario, Ilján Alíev, quien llegó al poder en 2003 en unos comicios que no estuvieron a la altura de los baremos democráticos internacionales, pero que legitimaron la dinastía familiar iniciada con Gueidar Alíev, un dirigente soviético que se mantuvo a flote tras el desplome de la Unión Soviética.

En la lucha entre Rusia y Occidente por el transporte de hidrocarburos, Azerbaiyán es una pieza clave. Bajo el mandato de Alíev, el país se ha inundado con los petrodólares procedentes de los yacimientos operados por consorcios extranjeros en el Caspio y desde 2006 se beneficia de las exportaciones por el oleoducto que une Bakú con el puerto mediterráneo turco de Ceyhan a través de Georgia. Alíev se ha caracterizado por una hábil política de equilibrio entre Occidente y Rusia, país donde su familia tiene negocios.

La riqueza petrolera no ha servido para democratizar este país del Cáucaso

En la bonanza de Azerbaiyán se han cruzado nubarrones. En agosto, durante el conflicto entre Georgia y Rusia, las rutas de transporte de hidrocarburos por este país quedaron temporalmente paralizadas y Bakú tuvo que aumentar la exportación por el oleoducto que va a Novorrosisk, en Rusia. Después, Moscú se ofreció a comprar todo el gas de Azerbaiyán, lo que complicaría aún más las perspectivas del proyecto Nabucco, el gasoducto apoyado por Occidente. La economía de Azerbaiyán se basa de forma casi exclusiva en el crudo, que en los primeros siete meses de este año ha supuesto el 97% de sus exportaciones.

La riqueza del petróleo se ha repartido de forma desigual y no ha servido para democratizar este país del Cáucaso, con una población de algo más de ocho millones de personas. Pese a la apabullante maquinaria estatal que apoyaba a Alíev en 2003, entonces los comicios tuvieron cierto juego y candidatos de talla. En los de hoy, los seis rivales de Alíev son un acompañamiento para que las elecciones puedan ser declaradas como tales.

"En época de Gueidar Alíev el presupuesto de Azerbaiyán era de 1.000 millones de dólares [unos 732 millones de euros], ahora es de 10.000 millones, pero los petrodólares no se gastan en el país sino en satisfacer los apetitos de la familia de Alíev y en proyectos que crean la impresión de progreso económico", afirmaba Isa Gambar, el ex jefe del Parlamento, que en 2003 compitió contra el presidente, al que oficialmente arrebató un 12% de los votos.

"Hace 10 años los canales televisivos invitaban a los representantes de la oposición todos los días; hace cinco, les invitaban una vez cada varios meses, y ahora no les invitan nunca", señala Gambar. "Hace 10 años había varias publicaciones serias de oposición, hoy sólo queda un par", prosigue. "Hace 10 años, una paliza a un periodista era un suceso serio; ahora hay periodistas en la cárcel por sus artículos y en estos últimos años han matado, detenido y pegado a periodistas", sentencia.

Durante el mandato de Alíev, el producto interior bruto del país se ha triplicado, y la producción de petróleo (15,4 millones de toneladas en 2003) ha pasado a 42 millones de toneladas en 2007 y se esperan 50 millones de toneladas en 2008. Azerbaiyán además produce 14.000 millones de metros cúbicos de gas anuales, que en parte exporta a Turquía y Georgia.

El número de grupos económicos influyentes se ha reducido y la corrupción se ha afianzado. En el índice de la ONG Transparency International, Azerbaiyán ocupa el 158º puesto, por debajo de sus vecinos, Georgia (67º puesto) y Armenia (109º). El analista económico Togrul Juravli cree que el modelo de desarrollo de Azerbaiyán "recuerda a veces a Dubai, solo que es peor y más ineficiente". "Aquí los verdaderos oligarcas son los ministros", afirma Sabit Bagírov, presidente del Fondo de Desarrollo Empresarial de Azerbaiyán.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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