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El Puerta de Hierro arranca sin radiología ni 20 de 22 quirófanos

Los enfermos que necesitan diálisis tienen que ser atendidos en el viejo hospital

Las deficiencias del nuevo hospital Puerta de Hierro en Majadahonda (con 613 camas y una población asignada de 450.000 habitantes) empiezan en la planta baja y, pasillo interminable adelante, acaban en la otra punta de la moderna e impecable instalación. "¡Esto es un caos!", resume una veterana auxiliar que pulula por el edificio. El centro se trasladó en bloque, enfermos y trabajadores incluidos, el domingo. Una mudanza "precipitada", según la apostilla de algunos trabajadores. Sólo lleva abierto cuatro días.

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La sala de diálisis no funciona por problemas en las muestras de agua. Un cirujano y un auxiliar dicen que sólo hay un quirófano operativo de los 22 construidos. El consejero de Sanidad, Juan José Güemes, asegura que hay dos, "porque", afirmó ayer en una entrevista en la cadena SER, "sólo están abiertas las urgencias y la única cirugía que se está haciendo es la urgente".

La zona de rayos está inutilizable, dicen varios empleados (y lo corrobora el sindicato CC OO), ya que los aparatos se sobrecargan, los sistemas informáticos no funcionan porque el personal aún no tiene las claves y los médicos deambulan desorientados. "Estos cambios son muy complejos", resume el consejero de Sanidad.

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Un operario rasca las pegatinas azules en el panel de información. Despega la palabra diálisis. No funciona. Dentro, cuando se traspasa la puerta, no se oye nada. Enfrente, la sala. Hay muchas máquinas. Pero sólo funciona una "por si hay alguna urgencia". Esto lo cuentan dos chicas, una con bata azul; la otra, blanca. "Ni siquiera nos podemos conectar a Internet, porque aún no funciona", se quejan. Mientras tanto, el consejero volvió a ser recibido con abucheos en el Clínico, al que había acudido escoltado por antidisturbios para presentar una técnica para las arritmias. Tres manifestantes fueron detenidos en el tumulto.Con pacientes hospitalizados desde el domingo y las urgencias abiertas ayer mismo, ya sólo quedan por llegar al hospital los enfermos crónicos del riñón que necesitan diálisis. Un servicio que, de momento, no funciona. "Es por algo de unas muestras de agua", comentan algo inseguras dos trabajadoras de la unidad, que debería atender a cerca de 25 pacientes. "En 15 días o así nos han dicho que estará en funcionamiento". Las máquinas, que consisten en una larga camilla color crema, se extienden por la estancia diáfana. Están sin estrenar.

Esos pacientes estaban ayer en el viejo Puerta de Hierro. Como siempre. Seguirán allí con la diálisis hasta que el nuevo hospital esté preparado. Eran los únicos. Y algunos estaban muy cabreados. "Esto es una mierda. Ponlo tal cual", decía un hombre, que esperaba a que su mujer, Amparo, saliera para llevarla de vuelta a Moralzarzal, donde viven. "Dicen que hay problemas con las máquinas de Majadahonda, pero no nos dicen cuáles. Parece que seguiremos aquí hasta pasado el día 20. ¿No podían haber previsto esto antes?", se preguntaba el hombre entre resoplido y resoplido.

Imposible echar un vistazo a la unidad de hemodiálisis. Una enfermera impedía la entrada y ni siquiera quiso precisar cuántos enfermos había dentro. Los vigilantes de seguridad echaban a los periodistas que intentaban hablar en el vestíbulo con los familiares. "Mal, como siempre. Esperando dos horas las ambulancias", le dio tiempo a decir a una señora sentada en un banco.

El consejero Güemes aseguró ayer en una entrevista con la cadena SER que los pacientes no corren ningún peligro por el hecho de estar solos en un hospital, sin un servicio de urgencias listo para atenderles en caso de un empeoramiento repentino. No estaban tan seguros algunos trabajadores del hospital. De hecho, frente a la puerta de las urgencias, ya cerradas y precintadas, esperaba ayer por la tarde una ambulancia no medicalizada del Servicio Madrileño de Salud. Su conductor, que dijo estar de guardia desde el mediodía, confirmó que estaba allí "por si pasa algo con la diálisis".

Excepto por esa unidad, el resto del Puerta de Hierro era ayer un erial. Apenas se veían batas blancas por las aceras. Tres taxistas esperaban aburridos en la parada, frente a la entrada principal. "Ahora ya sólo venimos los que tenemos radio, y cuando nos llaman", comentaba uno mientras limpiaba el parabrisas. "Ya no se puede pasar a la cafetería. Está cerrada", informaba un vigilante de seguridad. La puerta principal, también cerrada.

Unos 16 kilómetros más cerca de A Coruña, en el nuevo hospital, personal vestido de verde se agolpa sobre los ordenadores apilados en un pasillo. Es la zona de rayos reservada a los trabajadores. "No funciona", es el escueto diagnóstico de una de las espaldas que se apiña frente al aparato. No da más explicaciones. Pero lo que queda claro es que algo, sea lo que sea, no funciona. Fuentes sindicales precisan que, en general, los aparatos de radiología se sobrecalientan y el personal no se atreve a usarlos.

Sobre el estado de los quirófanos las noticias son contradictorias. Algunos de los trabajadores y cirujanos aseguran que sólo funciona uno y, además, no está del todo preparado. Sin embargo, otras voces afirman que son dos los que están a pleno funcionamiento. Imposible entrar en ellos. Un guardia jurado motorizado sobre una especie de carretilla con gruesas ruedas de goma lo impide.

Urgencias está casi vacío. Limpio y organizado. "Es de lo poco que está abierto de verdad y por eso está tan bien", comenta risueña una limpiadora. "Lo bueno por ahora del traslado es que no se puede entrar en muchos sitios todavía. Así, hay menos trabajo para nosotras".

Cerca de allí, un médico pelirrojo se mueve aceleradamente. Le ha sonado el busca. "Oye, ¿sabéis cómo llegar a urgencias?", pregunta antes de desaparecer por uno de los interminables corredores. "No sé. Yo estoy recién aterrizado", contesta otro médico que emerge desde un despacho con cajas de cartón apiladas sobre una mesa. "Esto son las consecuencias lógicas de un movimiento de esta magnitud. Era de esperar", subraya la enfermera que ejerce de guía turística por el enorme edificio.

El consejero de Sanidad habló ayer sobre los problemas del centro. Aseguró que el retraso de la diálisis es "una prueba de que no se pone en marcha un servicio precipitadamente sin contar con las máximas garantías". Indicó que la diálisis necesita "un circuito de agua propio que exige condiciones muy concretas" y que los análisis y cultivos indicaban que "no se reunían".

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