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La ofensiva terrorista

ETA zanja el debate en su mundo

Las bombas suplen la falta de respuesta de la izquierda 'abertzale' a su ilegalización

Para ETA, el medio es el mensaje. Y el significado del que ha querido enviar con los tres coches bomba colocados en menos de 24 horas puede ser muy diverso, más allá de su primaria expresión de la voluntad de seguir intentando intimidar a los ciudadanos y las instituciones democráticas. Incluso es posible que algunas interpretaciones vertidas ahora sobre la motivación de los bombazos no se le hayan pasado por la cabeza a quienes los ordenaron, pero les ayuden a explicar en un futuro comunicado porqué lo hicieron.

El Gobierno y el conjunto de las fuerzas políticas, superadas las divisiones del anterior proceso de paz, ya han dejado claro que la organización terrorista no va a conseguir lo que pretende con sus atentados. Y no parece probable que la reiteración de nuevos crímenes pueda llevar a la población a presionar las autoridades democráticas para que concedan los objetivos máximos de soberanía y territorialidad que defiende el mundo de ETA.

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Sea o no respuesta directa a la ilegalización, la semana pasada, de tres organizaciones de la izquierda abertzale, como cuestionó ayer Iñigo Urkullu, o más demostración de debilidad que de fuerza, como valoró el ministro del Interior, la brutalidad de la acometida confirma lo que el consejero vasco de Interior, Javier Balza, apuntó la pasada semana: que la discusión suscitada dentro de ETA estos meses atrás se ha cerrado con la decisión unánime de continuar en el tajo del terror. Por ello, aunque pueda parecer paradójico, los efectos de

esta cadena de atentados se proyectan, sobre todo, en el campo de la izquierda abertzale, condenada a la irrelevancia política por su supeditación a la inercia de su aparato armado.

La contundencia de la acción de ETA pone aún más en evidencia la debilidad de su movimiento político, cuya incapacidad para articular la "respuesta acorde al ataque represivo" que reclamó el jueves, tras la ilegalización de ANV, EHAK y Gestoras Pro Amnistía-Askatasuna, ha sido clamorosa. De ese modo, la organización terrorista no sólo compensa la falta de reacción del mundo de Batasuna -incluido el frente de la kale borroka- ante su puesta fuera de juego por la acción judicial. Sobre todo, pretende remarcar dos ideas entre los suyos: en primer lugar, la necesidad y utilidad de la lucha armada; y después, pero no finalmente, que es la vanguardia la que marca el rumbo y lleva la iniciativa en el llamado MLNV.

Con el estruendo de los bombazos, ETA ahoga cualquier debate que pueda plantearse dentro de su desarbolado movimiento político sobre la conveniencia de la lucha armada, a la vista de su ruinoso balance. Ya antes era improbable que prendiera entre los presos y el mundo de Batasuna la crítica directa vertida en este sentido por ex dirigentes históricos como Pakito, Txelis, Kepa Pikabea y, más recientemente, Carmen Guisasola y Urrosolo Sistiaga. Al demostrar ahora que todavía tiene capacidad para matar, es posible que la cúpula de la banda logre atajar el contagio o consiga, al menos, que el desenganche de los disconformes se realice sin demasiado ruido.

La inercia activista de ETA ha condenado a la izquierda abertzale a un callejón sin salida, poniendo en evidencia que su misión no consiste tanto en defender la independencia de todos los territorios reclamados como parte de Euskal Herria, cuanto en justificar la violencia como el método para conseguirla. En este punto, tampoco el nacionalismo democrático se libra de la contradicción que supone denunciar la ilegalización de Batasuna y los partidos sucesores, al mismo tiempo que les reprocha su sujeción a la disciplina de la organización terrorista. Al hacerse presente con sus bombas, ETA ha vuelto a recordar, la misma semana en que el Parlamento vasco celebra el debate de política general y el PNV su Alderdi Eguna, cuál es el orden de las prioridades en Euskadi.

"Acciones armadas de los últimos días"

La izquierda

abertzale

evitó ayer de nuevo cualquier expresión de condena o simple crítica a los últimos atentados, calificándolos de "acciones armadas" y vinculándolos a la falta de "democracia" y a la "conculcación sistemática de derechos" que, en su opinión, evidencian las últimas detenciones e ilegalizaciones.

La autodenominada izquierda

abertzale

recurrió a un comunicado para valorar "los acontecimientos de los últimos días", entre los que enumera las actuaciones policiales y judiciales contra partidos y organizaciones del entorno de la ilegalizada Batasuna, y el término "acciones armadas" como única referencia a los tres coches bomba de ETA y al asesinato del brigada Luis Conde. Unas y otras actuaciones constituyen "una reveladora imagen" de la "crudeza del conflicto", señala el comunicado siguiendo su discurso habitual.

Tras rechazar las peticiones de condena de los atentados porque "sólo buscan criminalizar y aislar políticamente a la izquierda

abertzale

", sostiene que para superar dicho conflicto y "toda expresión violenta del mismo" es necesario cambiar la actual Constitución y permitir un nuevo marco legal que "reconozca y garantice los derechos nacionales de Euskal Herria". Afirma, en este sentido, que en el País Vasco no hay democracia, sino que se vive una situación de "estado de excepción".

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