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La ofensiva terrorista

Ondarroa y Vitoria intentan regresar a la normalidad

La gestora vizcaína consigue celebrar su primer pleno sin incidentes - Caja Vital funcionó como cualquier día

Ondarroa y Vitoria trataron de recuperar ayer la normalidad al día siguiente del doble atentado de ETA. Si el ataque contra la Caja Vital apenas afectó al trabajo diario de la entidad alavesa, en la localidad vizcaína los grandes destrozos en colegios e inmuebles impidieron un funcionamiento habitual. Hasta 270 vecinos acudieron a la oficina montada por el Ayuntamiento ondarrés para atender a los damnificados, mientras que el instituto y la guardería pública, ubicados justo enfrente de la comisaría de la Ertzaintza atacada, seguían cerrados y no volverán a dar clase a sus 324 alumnos hasta la próxima semana.

Los daños en la sede central de la Vital pueden rondar los 10 millones
Hasta 270 vecinos de Ondarroa han reclamado ya por los daños sufridos
El instituto y la guardería no podrán dar clase durante esta semana
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En Ondarroa, ha tenido que ser el intento de matanza de ETA el que propiciase que, por vez primera en 14 meses, un pleno municipal se celebrara con normalidad en la localidad. No hubo presencia de simpatizantes de la izquierda abertzale, algo impensable hasta ayer, pues siempre han intentado boicotear el funcionamiento de la gestora y han obligado a que los plenos se celebren en la sede de la Diputación en Bilbao y a puerta cerrada. El medio centenar de asistentes a la sesión extraordinaria convocada para condenar el atentado eran mayoritariamente seguidores del PNV, con el líder del partido en Vizcaya, Andoni Ortuzar, a la cabeza, acompañado por cargos públicos de la Diputación y las Juntas Generales y alcaldes peneuvistas de las comarcas de Busturialdea y Lea Artibai.

El pleno extraordinario, que apenas duró diez minutos -el tiempo que tardó en leer el comunicado de condena el presidente de la gestora municipal, el peneuvista Félix Arambarri, y la votación posyerior-, reunió a 10 de los 11 miembros de la gestora -sólo faltó Josune Ariztondo, actual diputada de Cultura-. La declaración institucional considera el atentado un "ataque directo y frontal contra la ciudadanía" ondarresa y llama a los vecinos a expresar "sin miedo su rechazo y repulsa a la acción terrorista". El texto hace un llamamiento específico al entorno radical. "Particularmente, pedimos oír la voz, alta y clara, de quienes habitualmente se quejan de ver sus derechos democráticos cercenados", reza. La declaración agrega que el silencio ante el atentado "sólo podrá ser tomado como complicidad o cobardía".

Y silencio es lo que hubo. Pese a la presencia de una decena de furgonetas de la Ertzaintza a la entrada del consistorio, sus agentes no tuvieron trabajo. Al pleno no se acercaron simpatizantes radicales ni hubo carteles amenazantes contra los miembros de la gestora, una estampa que se ha repetido tantas veces a lo largo del último año. Seguramente habrían tenido alguna respuesta del centenar de damnificados por la explosión que se agolpaban junto al Ayuntamiento.

Un portavoz municipal precisó que hasta primera hora de la tarde de ayer se habían apuntado 270 personas para reclamar daños por el atentado. Además de la oficina ubicada a la entrada del edificio consistorial, la gestora montó otras tres móviles que recorrieron las principales calles de la localidad.

Los daños no se han evaluado todavía. Está previsto que el Consorcio de Compensación de Seguros realice hoy su primera estimación de costes. El consejero de Educación, Tontxu Campos, acudió a primera hora de la mañana a visitar el instituto y la guardería locales, dos de los inmuebles más afectados, ya que recibieron de lleno la onda expansiva. Gran parte de las ventanas de ambos centros educativos están rotas. En la guardería, hasta los techos resultaron dañados y deberá sustituirse todo el equipamiento (sillas infantiles, mesas, juegos, etcétera), para evitar que, pese a la limpieza, quede algún rastro de cristales.

La consejería da por seguro que la mayoría de los 307 alumnos del instituto y los 17 de la guardería no podrán regresar esta semana a sus aulas. La única solución pasa por que los estudiantes de Bachiller se trasladen provisionalmente a un área de oficinas del instituto que ha sufrido menores daños y que los niños de la guardería pasen a la escuela infantil y primaria del municipio. La previsión es que éstos últimos puedan hacerlo mañana y los de Bachillerato, a finales de semana. Los alumnos de Secundaria deberán esperar con toda seguridad a la próxima semana.

"Prácticamente no vi ni un pequeño cristal en la moqueta. Iba con un poco de aprensión, pero pude trabajar con absoluta normalidad, como cualquier otro día". Así recuerda Pedro Rodríguez como transcurrió ayer su jornada de trabajo en la sede corporativa de la Caja Vital, atacado por ETA la madrugada del domingo con un coche bomba cargado con 100 kilos de explosivos. Y es que la palabra "normalidad" fue la más utilizada ayer por los empleados de la entidad financiera. Tal vez fue esa la consigna que se trasladó desde la dirección y nadie se salió del guión, pero lo cierto es que tanto la sede atacada, un futurista edificio de acero y cristal enclavado en las inmediaciones del parque de Salburua, a las afueras de Vitoria, como la red de oficinas dispersas por la ciudad funcionaron sin ningún incidentes. El sistema informático, protegido en un sótano, no resultó afectado por la explosión. La Vital ha replicado a la violencia volviendo a la normalidad desde el minuto uno de trabajo.

Félix Lázaro, el director de una de esas sucursales, aseguró a media mañana que "todo funciona muy bien". "Lo cierto es que, si no hubiera escuchado lo del atentado, todo hubiera sido de lo más normal. El dispositivo informático ha funcionado y desde la central han prestado el apoyo como es habitual", agregó. Aunque los comentarios sobre el porqué del ataque fueron inevitables entre los empleados, Lázaro reconoce que tras las ilegalizaciones de ANV y EHAK "esperaba ruido". "La Caja Vital es una víctima fácil", dice.

Los empleados de la sede central acudieron a su trabajo a las ocho de la mañana y tuvieron que entrar por la parte trasera, ya que la puerta principal ha resultado muy dañada. Los equipos de desescombro se afanaban por retirar los ventanales rotos y sustituirlos de manera provisional por paneles de madera. La rápida actuación de varias brigadas de limpieza durante la tarde y la noche del domingo permitió a los empleados desarrollar su labor en buenas condiciones. De los 220 trabajadores que tienen su puesto en la sede central, ninguno debió desplazarse fuera del edificio. Los 20 del área de marketing, la más afectada, fueron reubicados en una sala multiusos. "Ese ha sido el mayor contratiempo", señaló Juanjo Corcuera, director de Comunicación de la caja. "Los daños son importantes, pero menos de lo que se esperaba", confirmó. Aunque la entidad no ha terminado de evaluarlos, el presidente de la entidad, Gregorio Rojo, avanzó que pueden elevarse a 10 millones de euros.

A mediodía, la plantilla se concentró durante diez minutos a la entrada del edificio para protestar por el ataque etarra. "Estamos funcionando casi a pleno rendimiento. No se ha dejado de dar servicio a ninguna oficina", relataba uno de los trabajadores. El que no respaldó esta concentración fue el sindicato abertzale LAB, que se desmarcó del comunicado de condena de los tres últimos atentados de ETA firmado por el resto del comité de empresa y de la convocatoria de repulsa. Gregorio Rojo criticó este desmarque de LAB, que ha guardado silencio ante la ofensiva de la banda terrorista. "Me produce tristeza que no haya habido el compañerismo de toda la clase trabajadora. Es lamentable que algunos traten de justificar lo injustificable", dijo.

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