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Reportaje:

Armas pop para la guerrilla

El IVAM se abre a la combativa figuración narrativa europea de los sesenta

El artista italiano Antonio Recalcati, camisa rosa, cigarro en la boca, sujeta firmemente a un ya anciano Marcel Duchamp mientras el español Eduardo Arroyo, con su inconfundible pelo rojo, le golpea con fuerza. Al fondo, el francés Gilles Aillaud, frío y elegante, observa la escena. El cuadro, una de las ocho piezas de Vivre et laissez mourir ou la fin tragique de Marcel Duchamp (1965), refleja perfectamente lo que en su momento supuso la figuración narrativa en el tranquilo mundo de la pintura europea de los años sesenta. Una bofetada gráfica en la que cada obra artística tiene una intencionalidad crítica. El Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) muestra desde hoy, junto a la obra de Arroyo, Recalcati y Aillaud en su particular asesinato del icono vanguardista, más de cien impactantes obras de autores como Valerio Adami, Hervé Télémaque, Erró, Öyvind Fahlström, Bernard Rancillac, Henri Cueco o el Equipo Crónica.

La espectacular exposición Figuración narrativa. París 1960-1972, expuesta en primavera en el Grand Palais, organizada por la Reunión des Musées Nationaux, el Pompidou de París y el IVAM y patrocinada por Bancaixa, ilustrará hasta el 11 de enero cómo los años sesenta moldearon en Europa una corriente artística marcada por su fuerte compromiso crítico y político. "Estos pintores tenían la idea de romper con la abstracción y devolver a la pintura su capacidad de hablar del mundo contemporáneo", explica Jean-Paul Ameline, comisario de la exposición junto a Bénédicte Ajac. Ameline cuenta también que este movimiento se polarizó en su día, con un grafismo más agresivo y violento, frente al "apolítico y acrítico" pop-art, que ensalza la cultura americana.

De la narración del recorrido de la muestra se desprende que el movimiento artístico nació a finales de los cincuenta con obras influenciadas por la publicidad, las historietas y los graffitis callejeros. Arroyo, el haitiano Télémaque o el brasileño Fahlström ilustran bien ese momento. Luego fue bautizado en 1964 con la mítica exposición Mythologies quotidiennes, con obras de los artistas Rancillac y Télémaque, que ya ofrecen en sus obras un discurso elaborado. "El arte es un instrumento ideológico y de debate, no para decorar apartamentos", resume Ameline. Por último, el movimiento, que nunca contó con un manifiesto, fue reivindicado oficialmente en 1972 por George Pompidou con la exposición 60/72, douze ans d'art contemporain en France, de la que muchos artistas, con la Coopérative des Malassis a la cabeza, desertaron. Ahora, cuatro décadas despúes, la explosión de color del arte más político llega al IVAM.

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Parte de la obra Le Grand Méchoui ou douze ans d'histoire, de la Coopérative des Malassis, ayer en el IVAM.JESÚS CÍSCAR
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