_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Contenida celebración oficial

La imagen que acompaña estas líneas cerró el acto oficial del Onze de Setembre en la Ciutadella, y fue como una metáfora de todo lo que allí ocurrió: los castellers de Sant Cugat solos, detrás del cordón de mossos que impedía acudir a fer pinya. Ciertas estampas deberían cuidarse más, especialmente cuando la convocatoria se hace al amparo de la participación ciudadana.

Menos gente que otros años: la escasez de puentes en el calendario laboral sin duda convirtió a éste en un bien preciado para despedirse del verano huyendo de las ciudades. Menos banderas al viento, también: salvo la oficial, llegada de Ripoll, las demás, en su mayoría estelades -ese aire cubano, nacido hace justo un siglo-, servían de capa a jóvenes con camisetas negras o de acomodo a los más mayores para tumbarse sobre la yerba de los parterres.

Más información
Clamor unánime en la Diada por una mejor financiación

Fue una ceremonia contenida, canónica, sobria. Pocos se unieron a cantar Els segadors: la versión que ofrecieron la orquesta de la Esmuc y el Cor de Cambra del Palau sonó poco invitante. Funcionó mejor el Cant de la senyera, menos agrio y violento. Como también ambientaron bien las sardanas de concierto que se escucharon (Serra, Toldrà, Garreta): nacionalismo amable y civilizado, melodía para un sueño noucentista que hoy parece especialmente lejano. La nota cálida la pusieron las palabras de Mercè Rodoreda, procedentes de sus cartas -tranches de vie de una existencia atormentada-, recitadas por Alba Pujol, y la voz profunda y envolvente de Lídia Pujol con dos canciones populares. No hubo más.

La simplificación y el rigor le convienen a un acto solemne como éste. Pero no iría mal buscar una mayor proximidad: los políticos a la sombra y el pueblo al sol, sofocante y enganchoso como el de ayer, tampoco configuran una simbología muy feliz. Eso sí, siempre preferible al concurso de silbidos en que se ha convertido la ofrenda floral a Rafael Casanova.

Los Castellers de Sant Cugat culminan el <b><i>tres de sis aixecat per sota</b></i><b><i> </i>en la Ciutadella.
Los Castellers de Sant Cugat culminan el tres de sis aixecat per sota en la Ciutadella.JOAN SÁNCHEZ
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_