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Reportaje:

Mar en el templo de Debod y sol nocturno en Chueca

Vuelve el 13 de septiembre la Noche en Blanco con 170 actividades

Patricia Ortega Dolz

Aunque empezó hace casi una década en los países nórdicos y luego la adoptaron París, Bruselas, Roma y Riga, La Noche en Blanco ya es casi tradición en Madrid. Quién no recuerda las riadas humanas de madrugada por el paseo de la Castellana, la Gran Vía o la calle de Alcalá para ver esa puerta histórica de la ciudad envuelta en una nube al estilo del Golden Gate...

Estuvo a punto de morir de éxito en las pasadas ediciones (600.000 personas el primer año, y 1,5 millones el segundo). Quizá por eso, en esta tercera, el navarro Pablo Berástegui, comisario general por segundo año consecutivo, ha puesto el énfasis en la "ampliación de las rutas" y en la "diseminación de las propuestas por calles y plazas", así como en la mejora de la locomoción: gran parte del centro se cortará al tráfico, habrá búhos y circulares toda la noche y metro hasta las 3.00, según explicaba ayer en la presentación de esta tercera edición, que ha contado con un presupuesto de 1,5 millones de euros, 250.000 menos que en 2007.

Así, el próximo sábado, con el leitmotiv de "la ilusión" y bajo el lema de que "El mejor sueño ocurre con la ciudad despierta", Madrid volverá a convertirse en un escenario gigante para acoger las propuestas de 295 artistas y 170 actividades, desde las 21.00 hasta las 6.00.

En esta ocasión, el Palacio de Telecomunicaciones se llenará de los besos de la artista Teresa Sapey; y la Puerta de Alcalá hará honor a su nombre y a su origen, y se podrá cruzar andando en una instalación realizada por el vallisoletano Eugenio Ampudia (Evacuad Madrid). Habrá sitio, como siempre, para las artes plásticas, el cine, el teatro y la música. Pero, además, este año la organización ha realizado un esfuerzo explicativo de las distintas propuestas artísticas. Lo han llamado Reflex (de reflexión). Y son un conjunto de actividades (conferencias, talleres, visitas guiadas a estudios de artistas, encuentros...) previos a la noche del 13 de septiembre, que pretenden hacer al espectador más conocedor de aquello que observa y, con ello, incrementar su disfrute y su capacidad interpretativa. Es una manera de huir de lo efímero de esta brutal exposición temporal (apenas 10 horas) de la obra, una manera de hacerla más perdurable y, en cierto modo, un contrapunto a esta cultura del espectáculo y de fuegos artificiales (también los habrá) que caracteriza a La Noche en Blanco.

Porque, esta vez, quien quiera podrá sentir el mar en el Templo de Debod, con un espectáculo musical (Wave Phases) que evoca una playa, del artista estadounidense Bill Fontana. O se podrá ver un firmamento en el suelo de la Explanada del Rey a través de la obra del napolitano Giancarlo Neri y sus 10.000 bombillas. Quien quiera podrá tomar el sol en una hamaca, como en el Trópico de Capricornio, pero en la plaza de Vázquez de Mella, gracias a una instalación de Fabric I CH (Perpetual (tropical) sunshine). Será una noche alumbrada por la luna llena, agrandada con la gigantografía Luna/Gong de Chema Madoz, que se desvelará a las 21.00, por supuesto con fuegos artificiales.

El funambulista Jade Kindar-Martín (Montreal, 1974) cruzará andando sobre un cable los 120 metros que separan el Instituto Cervantes del Círculo de Bellas Artes. En la foto, cruzando el Támesis.
El funambulista Jade Kindar-Martín (Montreal, 1974) cruzará andando sobre un cable los 120 metros que separan el Instituto Cervantes del Círculo de Bellas Artes. En la foto, cruzando el Támesis.
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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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