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Motín de 49 'sin papeles' en un barco español antes de atracar en Trípoli

Los náufragos amenazaron con quemar el pesquero para evitar su desembarco

Final feliz a una pesadilla marina que se prolongó por espacio de 48 horas. La tripulación del pesquero Clot de L'Illot, con base en el puerto de Santa Pola (sur de la costa de Alicante), respiró con alivio a primeras horas de la mañana de ayer cuando los 49 inmigrantes somalíes que había rescatado el miércoles en alta mar pusieron fin al motín y bajaron voluntariamente del navío en el puerto de Trípoli (Libia).

La tensión en el barco alcanzó el máximo grado cuando la policía del país norteafricano desalojó a la fuerza a un grupo de 14 náufragos.

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Los inmigrantes rechazaron primero desembarcar en el Libia, de manera que se atrincheraron en la segunda cubierta cuando conocieron las intenciones de la tripulación, una vez obtenida la autorización del gobierno libio. "A mi hijo le dijeron: 'Si llegamos a saber que nos llevan a Libia os hubiéramos matado", relató el armador y padre del patrón del Clot de L'Illot, José Russo.

Sobre las once de la mañana de ayer, Russo y su mujer ya respiraban tranquilos en el puerto pesquero de Santa Pola. Les comunicaban que los inmigrantes habían depuesto su actitud y la tripulación, entre ellos su hijo de tan sólo 20 años, estaba a salvo. Sin embargo, momentos antes de conocer la noticia, su estado de ánimo era bien distinto. "Estamos preocupados. Los han amenazado con quemar el barco, así que estamos muy preocupados", apuntaba desde su lugar de trabajo, la empresa Mariscos 11 de enero, con sede en Santa Pola.

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Antes de auxiliar a los 49 inmigrantes, Russo, un experimentado marinero que posee otros dos barcos de pesca, aconsejó a la tripulación que escondieran todos los cuchillos ante una posible agresión. "Esta gente lo tiene todo perdido. A ellos qué más les da. Lo tienen todo perdido", reseñó. Entre las precauciones que adoptaron, la tripulación esperó a que anocheciera para conducir el navío hasta el puerto de Trípoli. "Ellos conocen hacia donde se dirigen simplemente observando la posición del sol", contó el armador.

Y no se equivocó en sus predicciones. "Hemos pasado de ser salvadores a que nos salven", ironizó. Según el relato que le transmitió su hijo, Russo narró que los náufragos se amotinaron en la cubierta de abajo, donde está la sala de máquinas. La situación, después de 40 días navegando, comenzaba a ser complicada: el agua y el pan escaseaban.

"Se encontraban [los inmigrantes] muy mal. Primero murieron los más jóvenes. Ellos mismos los iban tirando al mar. Hubieran durado 24 horas más, pero iban por el mismo camino. Ahora están con la comida limitada. Los víveres son para doce personas", explicó Russo. El Clot de L'Illot, de 25 metros y dedicado a la pesca de quisquilla, regresará el 31 de agosto. "Es el primer viaje de mi hijo. Una experiencia dura, pero no está mal. Cuando antes empiece, la experiencia es eso", relató un orgulloso padre.

El solidario gesto de los pescadores de Santa Pola fue reconocido por el Gobierno a través del delegado en la Comunidad Valencia, Ricardo Peralta, quien transmitió a los tripulantes su "felicitación y su orgullo por su actuación".

La odisea del Clot de L'Illot como consecuencia de una acción humanitaria, es el quinto episodio de estas características que viven marineros de Santa Pola. El primer rescate de sin papeles en plena mar por un pesquero de este pueblo alicantino se produjo el 10 de julio de 2006. En esa ocasión, el barco Francisco y Catalina acogió durante una semana a 51 inmigrantes hasta que el Gobierno de Malta accedió al desembarco de los náufragos. Luego siguieron las acciones del Nuestra Madre de Loreto, por doble partida, y El Corisco. En total, los pesqueros de Santa Pola han salvado en plena alta mar a un total de 212 inmigrantes en poco más de dos años.

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Foto tomada mediante un teléfono móvil del pesquero Clot de L'Illot, facilitada por el armador.
El patrón del barco, José Russo, habla por su teléfono móvil.
El patrón del barco, José Russo, habla por su teléfono móvil.EFE

Agridulce vuelta al tajo

No hubo punto y aparte. De la alterada y tensa acción humanitaria al tajo. El Clot de L'Illot zarpó ayer de nuevo nada más desembarcar a los inmigrantes en el puerto de Trípoli para retomar las labores de pesca en los bancos de quisquilla.

Los once tripulantes del pesquero se hicieron a la mar con un "sabor agridulce", en palabras del armador, José Russo, por los momentos de tensión vividos cuando el grupo de 49 inmigrantes somalíes rescatados en plena mar se amotinó y se negó a bajar de la embarcación.

El armador del barco indicó que el Clot de L'Illot continuará faenando al menos durante otros cuatro días más en los caladeros de quisquillas. Russo señaló que el pesquero regresará a su base, en el puerto de Santa Pola, a finales de este mes.

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