El Riu-Rau de Casta Diva

Los grandes finales tienen principios pequeños, y tan pequeños. El gran vino Casta Diva, creación vinícola de esas que surgen una en cada generación, nació en un pequeño Riu-Rau al pie del Montgó. Con una antigüedad de más de 350 años, este Riu-Rau ha sido conservado, mantenido y restaurado. Con un frontal de más de 30 metros de largo y seis arcadas, tiene 6 metros de profundidad. Detrás del Riu-Rau del Casta Diva surge el Montgó, como siempre majestuoso y mítico, que a pesar de la continua agresión urbanística que la democracia local permite, mantiene su misterio oculto y a salvo. Quizá la pequeñísima ermita del Pare Pere en la otra cara el Montgó ayude a ello, pues decía el Pare Pere a los beatos: Cal fer el que Déu mana, i sabeu el que Déu mana, que vos estimeu de bona gana.

El Riu-Rau surgió con la repoblación post-morisca, generalmente adosado a una vivienda. Orientado al este y a veces al sur, pero nunca al norte. Es una construcción exclusiva de La Marina, y se suele construir en terrenos llanos pero nunca en lomas. Las arcadas se utilizaban para proteger la uva de moscatel que estaba secándose para convertirse en pasa. La aireación del Riu-Rau es muy buena y si la inclemencia duraba días se podían apilar los cañizos de moscatel introduciendo pilots para evitar el aplastamiento de la uva.

La casa adosada al Riu-Rau tiene dos crujías que se asientan sobre una mampostería central de espeso grosor. La casa tiene una cubierta a dos nevadas (tejados de diferente altura e inclinación), y en los que no tienen dos alturas existe una amplia cámara de techo elevado que sirve como granero con ventanas enrejadas que dan buena aireación. Otras aperturas surgieron en el siglo XVII, els forats, que servían para asomar el trabuco y soltar una descarga si lo agredían los bandoleros de esa época.

En el Riu-Rau de la Riba del Casta Diva surgió el mimo y delicado trato de la moscatel de Alejandría, con el que se hizo aquel primer Viña Alejandría. El Casta Diva es un delicioso moscatel dulce natural, fragante y limpio, ideal para las salazones de La Vega Baja, y sus coques de farina, porque ploga o no ploga sempre hi haurà blat a Oriola.