_
_
_
_
UNIVERSOS PARALELOS
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un disco para el verano

Diego A. Manrique

Seguramente ya está al caer: un programa televisivo sobre la canción del verano, adobado con el gancho de la democracia por SMS y enriquecido por detallitos frikis. Bien, no les demos ideas. En todo caso, destaquemos un disco que acaba de salir y que nunca aparecerá en esos listados de músicas estivales. Un buen disco de verano necesita ser confortable y refrescante. Airoso a la vez que carnoso. Se debería poder escuchar de fondo y en buena compañía, pero también necesita tener profundidad para que su disfrute en solitario permita el deleite del descubrimiento.

Aviso que, en realidad, el disco en cuestión se grabó en enero de 2007 y en una ciudad de inviernos muy inhóspitos como es Nueva York. Durante dos noches enteras se juntaron dos titanes de la música sureña, Willie Nelson y Wynton Marsalis. Y allí, en el Allen Room del Lincoln Center, grabaron este Two men with the blues (Blue Note). Exacto, el blues: ¿qué otra cosa podían tener en común el más carismático de los cantantes country y el trompetista de Luisiana que manda en el jazz neoyorquino?

Willie Nelson es el porreta más querido de EE UU. Por contra, Marsalis es más tieso que una vara
Son diez canciones muy contrastadas, lo que evita cualquier posibilidad de caer en la monotonía

De principio, Willie Nelson es el porreta más querido de Estados Unidos. Él mismo, en su autobiografía, ha contado cómo se fumó un canuto en la azotea de la Casa Blanca, adonde acudió invitado por el entonces presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter. Por el contrario, Marsalis es más tieso que una vara. Además, se trata de un tipo altivo: fui testigo de un desaire que le hizo a Miles Davis, a principios de los ochenta, en un club de jazz de Manhattan. Cierto que resulta imposible no admirar a un mocoso capaz de dar un corte -¡y en público!- a un déspota del cool como era Miles.

Willie Nelson pertenece, me temo, a la categoría de artistas que son visualmente reconocibles en España, pero de los que se desconoce verdaderamente su música. Aquí, en este país, solamente se escuchó aquel empalagoso To all the girls I've loved before, un dueto con Julio Iglesias que figura entre lo más repelente que ha grabado cualquiera de ellos. Por ejemplo, aquí se celebran los discos crepusculares que hizo Johnny Cash con Rick Rubin, pero se olvida que, muy posiblemente, estaban inspirados por trabajos descarnados del tejano en los años noventa, como Spirit o Teatro.

Más allá de la caricatura de arrugado vaquero con coletas, Nelson muestra una asombrosa curiosidad musical, dedicando álbumes a canciones estándar o temas de reggae. Y el blues siempre ha estado presente en su repertorio. A finales de los cincuenta, uno de sus primeros éxitos como compositor fue Night life, un blues de libro: "La vida nocturna no es una buena vida, / pero es mi vida".

Willie ya había grabado un disco de blues en 2000, Milk cow blues, pero el experimento fracasó por el pecado del crossover, al ponerle a cantar con figuras actuales sin pensar en crear verdaderas afinidades. Por el contrario, en el presente Two men with the blues surge la química. Se trata de una química sonora: aquí hay una fusión genuina, con presencia instrumental de la guitarra de palo de Willie y la armónica de uno de sus acompañantes habituales, Mickey Raphael, ambos soltando unos gozosos solos como sus colegas del jazz.

Así que Wynton Marsalis y su cuarteto están reforzados por elementos country, sin que suene forzado. Wynton incluso canta. Aunque se grabara el pasado año, Two men with the blues parece un disco intemporal o, por lo menos, perteneciente a un tiempo en que no había tantas vallas artificiales entre las músicas.

Son 10 canciones muy contrastadas, lo que evita cualquier posibilidad de caer en la monotonía: de los blues medicinales a los blues alborotadores. Hay temas de Hoagy Carmichael que Willie Nelson ha hecho suyos, como Georgia on my mind y Stardust, pero no queda ni rastro de la languidez original: la tropa de Marsalis añade el efervescente espíritu dixie de Nueva Orleans y uno puede ver flotando la inmensa sonrisa de Louis Armstrong, dando su bendición.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_