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Columna
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La chistera de Ibarretxe

Tras la aprobación por el Parlamento vasco de la propuesta de consulta de Ibarretxe, la tercera temporada de este Goenkale, en versión Ajuria Enea, ha quedado una vez más vista para sentencia. Al igual que en las dos entregas anteriores, el protagonista, una vez rechazados sus argumentos por las instancias centrales del Estado, se verá obligado a volver a ganar in extremis, de penalti y en el último minuto, las elecciones autonómicas.

La trama de la serie responde a lo que se conoce como "estructura iterativa". El argumento es más o menos el mismo en todos los episodios, con ligerísimas modificaciones, y los personajes principales también se repiten, si bien se suele cambiar a algunos de los actores que les dan vida. En resumen, el hilo de la narración suele ser el siguiente: el protagonista, es decir el lehendakari, trata de vender una iniciativa que, desde su punto de vista, puede traer a Euskadi mayores cotas de autogobierno e, incluso, el fin de la violencia de ETA. Dicha iniciativa es inmediatamente rechazada por los rivales de Ibarretxe, que le tachan de "visionario", "sectario", "poco realista", etc. Por otro lado, los vecinos díscolos del inquilino de Ajuria Enea lo tratan de "templado" y "vendepeines", pero finalmente evitan dejarlo en la estacada. Tras el fracaso de la propuesta por motivos, aparentemente, siempre ajenos al protagonista (fin de la tregua de ETA, rechazo del Parlamento español, prohibición del Constitucional), Ibarretxe se juega su supervivencia en unas emocionantes elecciones que gana por la mínima.

¿Terminarán los espectadores aburriéndose por la reiteración de los guiones de la serie?

En la primera temporada de la serie la trama giró en torno a Lizarra-Garazi. Tras el consabido final electoral favorable al Lehendakari, dos de los actores secundarios más importantes -Mayor Oreja y Redondo Terreros- abandonaron la producción. En la segunda etapa, el MacGuffin se denominó Plan Ibarretxe y el desenlace es por todos conocido: nuevamente el protagonista logra salvarse por lo pelos, pero Atutxa, uno de sus amigos, sucumbe, en cambio, en la batalla final.

Para la tercera temporada los guionistas se estrujaron los sesos e incluyeron tramas paralelas, como el procesamiento del personaje principal. Por otro lado, algunos de los actores más veteranos del reparto, como Arnaldo Otegi, se vieron forzados a dejar la serie. Vistos los episodios anteriores, lo previsible es que tampoco en esta ocasión el protagonista pueda materializar sus intenciones y tenga que disputar -y ganar- su enésimo duelo electoral.

Otra de las novedades de esta última entrega ha consistido en el conato de rebelión en la familia del protagonista, por parte de quienes consideraban que había llegado la hora de cambiar al actor principal (algo así como Roger Moore por Sean Connery).

Quienes estamos enganchados a la serie nos preguntamos ya qué nuevas sorpresas habrán preparado sus guionistas para la cuarta temporada. ¿Cuál será la nueva trama? ¿Otro Estatuto? ¿Un amigamiento con los seculares rivales del PSE? ¿El regreso de Josu Jon? Ya sabemos que habrá novedades en el reparto. Parece seguro que una de las actrices más entrañables para un sector de la audiencia, María San Gil, abandonará los estudios del Parlamento vasco. También se da por hecho la eliminación de los personajes de la izquierda abertzale.

La única duda es cuánto tiempo más aguantará la serie en prime time. ¿Terminarán los espectadores aburriéndose por la reiteración de los guiones? Al final, cuando al público siempre se le saca el mismo conejo de la chistera existe el riesgo de que termine descubriendo en qué consiste el truco.

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