Una crisis con personalidad propia
La tercera gran crisis del petróleo tiene personalidad propia. Más allá del techo final que pueda alcanzar el crudo, hay características de la situación actual que nada tienen que ver con las crisis anteriores. Los problemas de los primeros años setenta y los posteriores a la revolución iraní fueron de corta duración y básicamente de oferta, por motivos bélicos. La crisis actual es otra cosa.
"Es una crisis de demanda por el gran crecimiento de los países en desarrollo, que después se ha complicado por la crisis financiera y la especulación. Y lo probable es que sea más duradera", resume el consultor Antonio Canseco. Para Mariano Marzo, catedrático de la Universidad de Barcelona, "se trata de una crisis de nuevo cuño, ante la que quedan muchos menos recursos para responder -han pasado más de 25 años desde la última crisis y se han consumido millones de litros de crudo- y con una situación geopolítica muy distinta. Occidente no tiene hoy la hegemonía de entonces y las posibles salidas no son sencillas".
Hay quien piensa que la crisis se debe principalmente a los especuladores y que la salida será rápida, cuando se ajuste la regulación y los especuladores miren hacia otros mercados. Marzo es escéptico. "Los especuladores juegan un papel, es evidente, pero apuestan a caballo ganador: la oferta actual no puede seguir a la demanda china e india porque en los últimos años apenas se ha invertido nada en la industria. Costará hacer casar otra vez oferta y demanda a precios razonables", dice. De momento, los países ricos se han puesto manos a la obra para reducir el consumo. "Pero Rusia vende más coches que nunca, y China crece al 10% y no va a dejar de consumir porque tiene precios subsidiados, al igual que los países del golfo Pérsico, cuyos precios se benefician de enormes subvenciones y cuyo gran consumo va en detrimento de las exportaciones", apunta.
Las consecuencias de la tercera gran crisis del petróleo sí se parecen a las de las dos primeras. El peligro que sobrevuela la economía mundial se denomina estanflación: estancamiento económico con inflación. El consumo de petróleo incide sobre toda la economía. El 50% se destina al transporte; el 35% a uso industrial y doméstico, y el 15% restante a la manufactura de más de 3.000 productos de uso cotidiano: medicinas, plásticos, textiles... "No hay producto en el que no se vayan a dejar sentir estas cotizaciones estratosféricas", explica Canseco. Con los precios por las nubes, no queda más remedio que consumir menos, y el efecto sobre el crecimiento puede ser devastador. "En las dos crisis anteriores se rebajó el consumo, salieron alternativas al petróleo y se hicieron las cosas bien, pero cuando los precios bajaron todo volvió a ser igual. Esperemos que ahora no ocurra eso", afirma Marzo, que cita un proverbio chino como respuesta a la encrucijada que tienen ante sí el mercado petrolero y la economía mundial: "Cuando soplan los vientos del cambio, algunos construyen parapetos para protegerse; otros levantan molinos de viento".
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