Sarkozy asegura en Israel que "un Irán nuclear es inaceptable"
El presidente francés afirma que los asentamientos judíos obstaculizan la paz - "Jerusalén deberá ser capital de dos Estados", dice en el Parlamento israelí
Han desfilado por Israel, en el 60º aniversario de su fundación, los líderes de las potencias occidentales. El estadounidense George W. Bush y la alemana Angela Merkel para mostrar un apoyo al Estado sionista rayano a la sumisión. El mandatario francés para romper, ayer, ese molde. Nicolas Sarkozy expresó en su discurso ante el Parlamento de Jerusalén un respaldo inquebrantable a Israel en su lucha contra las pretensiones atómicas iraníes: "Un Irán nuclear es inaceptable... Quienquiera que intente destruir Israel se encontrará con Francia bloqueando el camino". Pero no eludió críticas nada veladas a la política del país anfitrión en los territorios ocupados palestinos. Abogó por la división de la Ciudad Santa, advirtió que es necesaria una solución al problema de los refugiados, y remachó: "No puede haber paz sin detener la construcción en los asentamientos".
"Si no hablamos con Bachar el Asad, no habrá paz", dijo el mandatario francés
El boato de las ocasiones excepcionales recibió la tarde del domingo al mandatario francés en el aeropuerto Ben Gurión y ayer en el Parlamento, en Jerusalén. No se dirigía a la Kneset un presidente de Francia -el Estado que en el ecuador del siglo XX proporcionó a David Ben Gurión los reactores nucleares que permitieron la construcción de su arsenal atómico- desde que en 1982 François Mitterrand se alzara sobre la tribuna.
Sarkozy, nieto de un judío griego y ferviente admirador de la empresa sionista, fue tajante respecto a los planes atómicos del régimen de Teherán. "Israel debe saber que no está solo en la batalla contra las ambiciones nucleares iraníes... Francia está decidida a aplicar, junto a sus socios, una política que combine el endurecimiento de las sanciones con la apertura, en caso de que Teherán honre sus compromisos internacionales". Un regalo a los oídos de la audiencia.
Sonaron también en la Cámara a música celestial los elogios al judaísmo, las alabanzas a la "democracia israelí", las citas bíblicas y los halagos a los pensadores y filósofos judíos europeos. Sin embargo, la comunión no fue absoluta. Sarkozy, a diferencia de Bush y Merkel, abundó en el conflicto entre Israel y los palestinos sin olvidar ninguno de sus elementos esenciales. Fue explícito. Tras enfatizar la necesidad de garantizar la seguridad de Israel, Sarkozy advirtió: "El reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel y de un Estado palestino es una condición para la paz. Los palestinos tienen derecho a un Estado viable. La paz no es posible si no pueden moverse libremente". Y continuó desgranando. "No puede haber paz", dijo, "sin una solución al problema de los refugiados. La paz no es posible si no se detiene la construcción en los asentamientos de Jerusalén Este y Cisjordania".
El Gobierno israelí, fiel a su tradición, hace oídos sordos. "No siempre observamos de idéntica manera cada detalle", admitió el primer ministro, Ehud Olmert, cuyo Ejecutivo impulsa una febril actividad en las colonias desde que las negociaciones con el presidente palestino, Mahmud Abbas, arrancaran en noviembre en Annapolis (EE UU). Los planes de edificación -miles de viviendas, destinadas especialmente para judíos ultraortodoxos en la Jerusalén anexionada- se anuncian sin solución de continuidad.
Francia, que asume la presidencia de la UE el 1 de julio, parece dispuesta a acentuar su labor de mediación en los conflictos regionales. "Estamos dispuestos a movilizar nuestro servicio diplomático, nuestros recursos y nuestros soldados. Podéis confiar en Francia", propuso Sarkozy. Imprescindible el encaje de bolillos. Seguramente por ello, el Elíseo ha propiciado en las últimas semanas un giro radical a su política exterior en un asunto candente en Oriente Próximo: el papel de Siria. "Si no hablamos con el presidente Bachar el Asad, no habrá paz en Oriente Próximo", afirmó Sarkozy nada más aterrizar en Israel, aunque también precisó ayer que demandará al líder sirio un distanciamiento de Irán. Asad ha sido invitado a la cumbre de países mediterráneos que tendrá lugar el 13 de julio en París. Sólo hace unas semanas, las andanadas contra el gobernante de Damasco eran atronadoras.
La visita de Sarkozy es delicada, porque anteriores mandatarios franceses -Jacques Chirac y el propio Mitterrand- fueron ácidamente criticados en Israel por sus posiciones políticas supuestamente favorables a los intereses árabes.
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