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Reportaje:MÚSICA

La Reina (de la pista) ha vuelto

Donna Summer, la mujer que ocupó el trono de la música disco en los setenta, que fue estrella de las pistas en los ochenta y cuyos éxitos nunca han dejado de sonar en las discotecas, acaba de editar Crayons, su primer trabajo tras diecisiete años alejada de un estudio de grabación.

Ya no es una de esas bellezas sensuales con las que se podía soñar mientras se la escuchaba emitir gemidos orgásmicos en el tema que la catapultó definitivamente hacia la fama, Love to love you baby, en 1975. Donna Summer, de 59 años, tiene hoy uno de esos enormes traseros que suelen pasear sobre los escenarios la mayoría de las grandes damas de raza negra, una cintura pequeña y muslos consistentes. Y pocas e incipientes arrugas en su rostro pequeño y oval. Pero su voz sigue siendo poderosa, aunque en su nuevo disco, un abanico musical que abarca desde la bossanova hasta el reggae, apenas se puede apreciar: el álbum peca de exceso de producción. Pero sobre el escenario de la sala Mission de Nueva York, donde presentó el disco a principios de junio, la voz de Summer quemó la atmósfera, demostrando, como dice el primer single del álbum, I am fire (Yo soy fuego).

"Cuando me subo a un escenario, siento que estoy dando todo, y eso me hace sentir física y psíquicamente mucho mejor. Creo que lo más duro de estos últimos años es no haber estado en activo". Un día después del concierto, Donna recibe en Nueva York a la prensa con objetivos muy claros: aprovechar cualquier pregunta para hablar del nuevo disco y dar pocas explicaciones sobre su ausencia -aunque no ha dejado de tocar en casinos y lugares similares-. "Mi familia me necesitaba", responde escueta.

Claro que el tiempo ha pasado y el mundo en el que ha aterrizado Crayons no tiene nada que ver con el de Thank you is friday o Bad girls, dos de sus más célebres álbumes, concebidos junto al productor Giorgio Moroder, principal aliado musical de Summer durante una década e ideólogo del sonido disco de los setenta. "Es cierto, la industria es diferente, está en crisis, todo se piratea. Pero éste es mi mundo y mientras aún tenga energía para cantar quiero seguir viviendo de esto. La industria me ha tratado muy bien, aunque he cometido errores, pero no tengo miedo". Y como guiño a sus millones de fans, una nueva canción titulada The queen is back (La reina ha vuelto).

Ella saboreó la fama en la veintena, después de vivir en Alemania durante siete años, país al que emigró desde Estados Unidos persiguiendo el sueño de ser cantante a los 18 años. No lo consiguió en Broadway, pero sí en Múnich. Trabajó con diversas bandas y a los 23 editó su primer single, aunque tardaría aún tres años en conseguir un número uno, The hostage, producido por Moroder. De ahí en adelante, todo fueron éxitos y superventas -se calcula que ha vendido 130 millones de discos-. "Saboreé la fama, pero no creo que aquella época pueda compararse con ésta. Antes, la gente se hacía famosa porque sabía hacer algo bien y se reconocía su talento. Hoy, ser famoso se ha convertido en un fin en sí mismo y eso es muy peligroso. Por eso hay gente como Paris Hilton. Y no hay piedad, y para muchos es difícil saber manejarlo: Britney Spears, Lindsay Lohan… en el fondo me da mucha pena todo el circo que se crea a su alrededor. Es más difícil sobrevivir a la fama ahora que antaño".

Aunque ella vivió los años locos del sexo libre y la pasión por las drogas a las que sus propias canciones ponían banda sonora en lugares míticos como la discoteca Studio 54, asegura que se mantuvo virgen. "Yo siempre tuve pareja fija y apenas salía de noche". Educada en una familia humilde y religiosa de Boston, en la década de los ochenta se hizo aún más fervorosa, declarándose "cristiana renacida". "En aquella época tenía muchos problemas de nervios y falsas imágenes de mí misma y la religión salvó mi vida porque estaba muy confundida. La canción Being myself again es una reflexión sobre aquella época", dice.

El entorno homosexual está entregado a la música de Donna Summer aunque hubo una época en que la rechazaron por unas supuestas declaraciones que hizo contra el sida. Recuperar la confianza de ese público le costó años de trabajos benéficos a favor de la enfermedad, pero hoy la entrega de esa audiencia es absoluta. Ella misma se sorprendió en el concierto neoyorquino. "Me vais a hacer llorar", dijo desde el escenario, ante un público mayoritariamente gay. Y según confesó después, el volumen del local también la conmocionó. "No recuerdo que las discotecas fueran tan ruidosas en los setenta". Y es que, aunque cueste creerlo, la reina de la música disco lo que más aprecia es el silencio… y a un cantante muy poco discotequero: "En casa sólo quiero paz, aunque a veces escucho a Andrea Bocelli".

'Crayons' (Sony / BMG), el nuevo disco de Donna Summer, ya está a la venta.

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