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Puigcercós rebaja sus exigencias a Montilla para no tensar el tripartito

Los independentistas reclaman cuestiones que ya están en el acuerdo de gobierno

Superado el congreso, la dirección de Esquerra Republicana (ERC) comenzó ayer a rebajar el tono reivindicativo que exigen estos eventos. La nueva dirección del partido debe cumplir varias promesas hechas a la militancia, y la principal consiste en "poner al día" el pacto tripartito en el Gobierno catalán.

Sin embargo, esta puesta al día inquieta poco a sus socios, ya que en buena parte supone reafirmar asuntos que ya están en el pacto de gobierno o bien figuran, de una u otra forma, en la hoja de ruta del Ejecutivo. Con todo, el secretario general del partido, Joan Ridao, insistió ayer en que los republicanos deben tener un "perfil más nítido" en el Gobierno.

Esquerra exigirá al presidente de la Generalitat, José Montilla, tres cuestiones perfectamente asumibles para los socialistas: mantener la inmersión lingüística en las escuelas, un buen acuerdo de financiación de la Generalitat y una respuesta contundente ante una eventual sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatuto.

Sobre este último aspecto, el congreso del pasado sábado estableció en la ponencia estatégica de Esquerra que, en caso de laminación del Estatuto, el grupo parlamentario republicano pediría al Parlament que se inicien los trámites para un referéndum de autodeterminación. Sin embargo, fuentes socialistas recuerdan que nadie obliga al Partit dels Socialistes (PSC) o a Iniciativa Verds (ICV) a votar junto a ERC asuntos que no están en el pacto de Entesa.

Ridao repitió ayer que "no hay voluntad de romper este Gobierno", pero sacó pecho hablando de las "líneas rojas" que los republicanos piensan establecer.

Más allá de estas proclamas, Joan Puigcercós se reunirá pronto con Montilla, que ayer calificó de "buena noticia" el resultado del congreso republicano. Puigcercós también se reunirá con el presidente de CiU, Artur Mas, y con el líder de Iniciativa, Joan Saura. El nuevo presidente de ERC también se verá hoy con el principal representante del partido en el Gobierno y uno de los grandes derrotados del último congreso: Josep Lluís Carod Rovira. Juntos, intentarán rehacer los puentes entre las diferentes familias republicanas.

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En el Gobierno impera la sensación de cierto alivio tras el cónclave republicano por la renovada apuesta de ERC por el tripartito. Ayer, el presidente de la Generalitat quiso visualizar una cierta imagen de normalidad al almorzar, como casi todos los lunes, con su consejero de Vicepresidencia, Josep Lluís Carod Rovira, y con el consjero de Interior, Joan Saura, para hablar de estrategia.

El entorno de Montilla da por hecho que en alguna ocasión tendrá que sumarse otro comensal: el nuevo líder de ERC, Joan Puigcercós, puesto que Carod tiene hoy un peso muy escaso en la dirección republicana. También en el Gobierno, el que fue candidato carodista a la secretaría general de ERC, Rafel Niubò, volvió ayer a su cargo de secretario de la Vicepresidencia, que dejó temporalmente para preparar el congreso.

Imagen de la nueva ejecutiva de Esquerra Republicana de Catalunya ayer, sin Puigcercós ni Ridao.
Imagen de la nueva ejecutiva de Esquerra Republicana de Catalunya ayer, sin Puigcercós ni Ridao.TEJEDERAS

Crisis continua

Convergència i Unió y el Partido Popular creen que los nuevos equilibrios de poder dentro de Esquerra Republicana repercutirán irremediablemente en la estabilidad del Gobierno catalán. El secretario general de Unió, Josep Maria Pelegrí, sostuvo que la división interna de los republicanos y su debate sobre el próximo candidato a la presidencia de la Generalitat minarán "gravemente" al tripartito, por lo que reclamó a José Montilla su inmediata disolución. Pelegrí dejó para el presidente la forma de finiquitar el Gobierno: bien convocando elecciones o gobernando en minoría. El popular Daniel Sirera se preguntó quién será a partir de ahora el interlocutor entre Esquerra y el tripartito, una vez que Carod ha sido apeado de la dirección. Y aseguró que este elemento pone de manifiesto la "desconfianza" de los republicanos hacia Montilla.

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