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El desafío soberanista

Zapatero trata de evitar que el 'lehendakari' explote el victimismo

El Gobierno cree que Ibarretxe aprovechará electoralmente el rechazo a su consulta

Luis R. Aizpeolea

El Gobierno marcó ayer las líneas rojas al lehendakari, Juan José Ibarretxe, pero sin sobreactuar. José Luis Rodríguez Zapatero decidió que fuera la ministra de Administraciones Públicas, Elena Salgado, la que anunciara, poco más de una hora después de la intervención de Ibarretxe, que el Gobierno interpondrá un recurso al Tribunal Constitucional para paralizar la consulta del lehendakari, si al final la aprueba el Parlamento vasco. Podía haber optado Zapatero por encargar la advertencia a la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, o hacerlo él mismo, pero decidió no dar tanto protagonismo a Ibarretxe. Tampoco quiso el presidente precipitarse y rechazó recurrir el proyecto ya, una vez aprobado por el Consejo del Gobierno vasco, o hacerlo en los próximos días, cuando lo califique la Mesa del Parlamento vasco.

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Zapatero ha decidido esperar a materializar el recurso después de que lo apruebe la Cámara vasca, el 27 de junio. Esta decisión obedece no sólo a la posibilidad de que la propuesta no salga aprobada -ya que para ello necesita el voto del Partido Comunista de las Tierras Vascas (PCTV)- sino también a razones legales y de normalidad institucional.

Si el Gobierno impugnara el proyecto ahora, antes de su aprobación por el Parlamento vasco, el recurso podría ser anulado por razones de procedimiento. Existen precedentes en el alto tribunal en este sentido.

Pero también Zapatero pretende que se debata el plan con normalidad en la Cámara antes de suspenderlo. El Gobierno ha seguido, en este sentido, el mismo procedimiento que aplicó con el primer plan Ibarretxe. En aquella ocasión dejó que, una vez aprobado en el Parlamento vasco en diciembre de 2004, se debatiera y fuera defendido por el propio lehendakari en el Congreso, antes de ser rechazado por la Cámara.

Esta actitud de Zapatero está vinculada a su convicción de que la decisión de Ibarretxe de presentar su plan obedece a una clave política y electoral. Zapatero está convencido de que Ibarretxe busca el rechazo de su plan por el Gobierno para poder presentarse a las próximas elecciones vascas, en octubre o febrero, como una víctima del centralismo. Además, como víctima por partida doble, porque el lehendakari tiene pendiente un juicio ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco por haberse reunido con representantes de la ilegalizada Batasuna. "Vamos a quitar la careta a Zapatero", dijo Ibarretxe hace 15 días cuando insistió en las pretensiones de su plan soberanista.

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El Gobierno cuenta con que Ibarretxe tratará de explotar el victimismo como arma de movilización electoral del nacionalismo como lo hizo con éxito en 2001. Zapatero prefiere huir de la estrategia de confrontación que diseñaron José María Aznar y Jaime Mayor contra Ibarretxe porque está convencido de que el lehendakari saldría beneficiado.

De ahí su interés en actuar con normalidad institucional y de que ayer, además de anunciar el recurso, encargase a la ministra Salgado que ofreciera una explicación política. Defendió que la consulta vulnera la Constitución, es una propuesta unilateral, divide a los partidos vascos y se presenta en un momento de "repunte" de la violencia terrorista.

Frente al desafío y la confrontación de Ibarretxe, Salgado defendió el entendimiento y la convivencia entre los partidos vascos y recordó las nueve reuniones que Zapatero ha mantenido con el lehendakari para valorar la actitud dialogante del Gobierno y contrarrestarla con el victimismo de Ibarretxe.

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