La entrega acaba con el frente 47, uno de los más sanguinarios
La entrega de Nelly Ávila, alias Karina, marca el fin del frente 47 de las FARC, activo en la frontera de los departamentos de Antioquia, Caldas y Chocó, y considerado por las autoridades como uno de los más sangrientos. Las tomas de poblaciones y las matanzas, a finales de los noventa, provocaron el éxodo de campesinos de esa región cafetalera.
Cada vez más cercado por el Ejército, el frente se empezó a desmoronar con el asesinato, en marzo pasado, de su comandante, Iván Ríos, que además era uno de los siete miembros del Secretariado, el máximo órgano de las FARC. Lo mató su propio jefe de seguridad, Pablo Montoya, alias Rojas, que se entregó al Ejército con el ordenador portátil y una mano del guerrillero. Este episodio dejó en evidencia la degradación en las filas de la guerrilla. Precisamente Rojas era hombre de confianza de Karina, responsable última de la seguridad de Iván Ríos.
Creado en 1995, el frente 47 llegó a tener 350 integrantes dedicados al secuestro y la extorsión en los municipios del norte de Antioquia, además de miles de hectáreas de plantaciones de coca en Caldas. El narcotráfico es una de las fuentes de financiación de este grupo armado, surgido hace 40 años.
Hoy, dicen las autoridades, apenas quedan unos 70 hombres, repartidos en escuadras de ocho, que se dedican a la vigilancia de los cultivos de coca mediante la siembra de minas antipersonas.
Además de dar la puntilla al frente 47, la rendición de Karina supone un serio revés para la moral de las FARC. Si bien no formaba parte del Secretariado, su fama de "recia combatiente" la había convertido en un icono entre los guerrilleros. En los últimos siete meses, las FARC han perdido a dos miembros del Secretariado (Raúl Reyes e Iván Ríos) y a cuatro jefes de frentes.
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