Bush pide a los árabes que impidan un Irán nuclear
El presidente augura un acuerdo israelo-palestino en 2008
"No debemos permitir que Irán tenga armas nucleares", defendió ayer el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ante el Foro Económico Mundial sobre Oriente Próximo, reunido en Sharm el Sheij (Egipto). No hubo reacción entre los 1.500 asistentes. Aunque las ambiciones de Irán también preocupan a los dirigentes árabes, Teherán se ha erigido en defensor de la causa palestina, dejándoles en evidencia ante la falta de avances del proceso. "Podemos alcanzar un acuerdo de paz este año", declaró Bush ante el escepticismo general.
Hace tiempo que EE UU ha perdido credibilidad en Oriente Próximo
Por más que su lenguaje se mostrara más favorable a las aspiraciones de los palestinos, las palabras de Bush sonaron vacías para quienes unos días antes le escucharon celebrar en Israel el 60º aniversario de la creación de ese Estado, sin hacer un solo reproche a sus gobernantes. "Debemos ayudar a los palestinos. Apoyo firmemente la solución de dos Estados", dijo ayer mientras muchos se preguntaban en voz baja en qué se ha traducido ese apoyo. En esta parte del mundo, hace ya mucho tiempo que EE UU ha perdido credibilidad como mediador.
Antes de su intervención, tanto el anfitrión del Foro, el presidente egipcio, Hosni Mubarak, como el rey Abdalá de Jordania, habían hecho un llamamiento a solucionar la situación de los palestinos. "Las celebraciones de independencia resultan hueras mientras se impide la paz por los errores del pasado", declaró un emotivo Abdalá. Mubarak aseguró que la cuestión palestina constituye el principal problema de la región. "Se equivocan quienes piensan que alguien va a respaldar un acuerdo que no satisfaga las reivindicaciones palestinas", advirtió.
La referencia de Bush a esa causa, que está en el corazón de todos los árabes y que sus Gobiernos manipulan convenientemente, fue una mera alusión en medio de un discurso con el que dio la impresión de estar leyendo la cartilla a discípulos poco aplicados. Bush insistió en la necesidad de que los países de la zona profundicen las reformas económicas, las extiendan a la política y aíslen a los Estados patrocinadores del terrorismo que, en su opinión, son los que están impidiendo el desarrollo de la región.
Bush identificó a Irán y Siria como responsables de los males de Oriente Próximo, y pidió al mundo islámico que se una a EE UU en su determinación de impedir que Teherán se haga con armas nucleares. "Sería una traición imperdonable a las generaciones futuras", aseguró. Su insistencia en este asunto, que reforzó con una inflexión de voz, pone de relieve la preocupación que despierta en Washington la creciente influencia regional iraní. Tanto la Administración norteamericana como los Gobiernos árabes aliados acusan a la República Islámica de haber fomentado los recientes disturbios en Líbano.
"Ha quedado más claro que nunca que las milicias de Hezbolá se oponen a un Líbano libre, y a todos los países, en especial a los vecinos en la zona, les interesa ayudar a que triunfen los libaneses", afirmó Bush. Pero sobre el terreno las cosas son más complicadas. Aunque algunos dirigentes árabes compartan el temor al ascenso chií (los países árabes son mayoritariamente suníes, pero tienen minorías chiíes), sus gobernados perciben a Hezbolá como un grupo de resistencia que planta cara a Israel. Y ahí de nuevo, la política descaradamente proisraelí de EE UU no les ayuda.
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