La ayuda empieza a llegar a las víctimas de Myanmar
EE UU espera que la Junta Militar autorice el aterrizaje de sus aviones
Aviones de Naciones Unidas y de la Cruz Roja lograron finalmente ayer aterrizar en Yangon, la antigua capital birmana, cinco días después de que el ciclón Nargis dejara el sur de Myanmar sembrado de cadáveres y un millón de personas sin hogar, sin comida, sin agua potable y sin nada con que protegerse. La Junta Militar, que desde 1962 tiene sometido el país a un régimen secretista y paranoico, sigue resistiéndose a abrir las puertas a los cooperantes internacionales. EE UU permanecía anoche a la espera de que aceptasen la llegada de cuatro aviones militares C-130 cargados de ayuda.
Mientras, los escasos testimonios que llegan desde las zonas más afectadas -incomunicadas por carretera, sin teléfonos y sin electricidad- señalan que los supervivientes, sin capacidad para enterrar a los muertos, los están echando al río Irrawaddy, cuyo delta permanece bajo las aguas. En Yangon, que resultó bastante afectada, los monjes budistas se ocupan de la retirada de árboles para volver a hacer las calles transitables. La electricidad ya se ha recuperado casi en toda la ciudad.
A instancias del presidente George Bush, el embajador de EE UU en Bangkok, Eric John, pidió al Gobierno tailandés que mediara ante los generales birmanos para autorizar la llegada de la ayuda estadounidense. Pero, según un portavoz tailandés, no fue posible comunicarse con la Junta -que se encuentra en la nueva capital, Naypitaw, unos 400 kilómetros al norte de Yangon- porque la torre de comunicaciones resultó dañada por los fuertes vientos del ciclón.
El jefe de la Junta, general Than Shwe, no se ha dignado aparecer ante su pueblo en estos momentos de dolor. Un portavoz se limitó a indicar que mañana se celebrará, como estaba previsto aunque sólo en la mitad del país que no ha sufrido los daños del ciclón, un referéndum para cambiar la Constitución e introducir un sistema multipartidista que deja a los militares un enorme poder político. La oposición que lidera la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi lo rechaza.
La encargada de negocios de Estados Unidos en Myanmar, Shari Villarosa, señaló que los generales birmanos habían dado luz verde a la misión de apoyo norteamericana, pero cuando los pilotos pidieron acceso no obtuvieron respuesta. Las cifras oficiales de la catástrofe no variaron ayer: más de 22.980 muertos y 42.100 desaparecidos, pero, según Villarosa, las víctimas mortales son unas 100.000.
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