Fertiberia intenta aplazar el cierre de su fábrica de fertilizantes de Huelva
Los trabajadores piden a Costas "el máximo tiempo" antes de la clausura
La planta de Fertiberia en Huelva tiene delante un horizonte poco alentador que parece aproximarse sin remedio. Hace un par de semanas, la Dirección General de Costas dio un plazo de tres años para el cese de los vertidos de residuos de la fábrica (fosfoyesos) en las balsas enclavadas junto al río Tinto.
En un primer momento, Fertiberia había solicitado un plazo hasta el año 2016, pero la respuesta de Costas fue rotunda. El 28 de marzo, la empresa remitió a la Administración una nueva propuesta de calendario, que está pendiente de respuesta. Roberto Ibáñez, director de la fábrica de Fertiberia en Huelva, considera que el margen de tres años planteado por Costas es muy corto. Y es que, dejar de verter fosfoyesos supone, según la compañía, el cese de la actividad fabril. Los sindicatos recuerdan que 750 empleos están en el aire.
El contencioso entre Fertiberia y Costas dio un giro radical el verano pasado. En julio, una resolución de la Audiencia Nacional resolvía caduca la cesión que el Gobierno hizo a Fertiberia, en 1968, de las 1.200 hectáreas de terrenos en las Marismas del Mendaña, a escasos 500 metros del casco urbano, para verter los fosfoyesos, derivados de la obtención de ácido fosfórico para fabricar fertilizantes. Se calcula que pueden haber depositado más de 70 millones de toneladas de esta sustancia, que emite radiación de manera natural. Fertiberia está, además, pendiente de la resolución, por parte de la Junta de Andalucía, de su solicitud de obtención de la Autorización Ambiental Integrada.
Roberto Ibáñez prefiere no dar detalles acerca del contenido del último escrito remitido a Costas, ni tampoco del plazo propuesto en él. "Lo que hemos hecho es un plan que básicamente responde al marco que nos ha establecido Costas. Otra cosa es que sea aceptado", dijo. Por su parte, Luciano Gómez, secretario general de la Federación de Industrias y Afines (FIA) de UGT en Huelva, sí ha reconocido que la última fecha que se maneja entre Fertiberia y Costas, como posible propuesta del cese de actividad, es la del 31 de diciembre de 2012.
En este sentido, el presidente de la Asociación de Industrias Químicas y Básicas (AIQB) de Huelva, Gerardo Rojas, confía en que "finalmente" se llegue a un acuerdo en el cierre de Fertiberia. Rojas opina que "cuanto más largo sea el proceso de cierre, más fácil será acomodar el resquebrajamiento económico y social que puede producir un cese de actividad tan importante".
Un trauma que, los 750 trabajadores que cada día acuden a la factoría (350 de plantilla y el resto contratados indirectamente), ya están viendo llegar. Los obreros piensan responder al cierre con concentraciones como la protagonizada ayer por una treintena de trabajadores frente a la Dirección Provincial de Costas en Huelva. Luciano Gómez dijo hace dos días que quieren demostrar así su protesta a la postura "intransigente de Costas, que no da margen a nada", al tiempo que pedía el mayor margen posible para el cierre. Gómez apuesta por crear "alternativas industriales" al cese de la actividad de Fertiberia para dar respuesta a las pérdidas de puestos de trabajo. Los trabajadores entregaron un escrito expresando su malestar a Gabriel Cuena, director provincial de Costas, con quien también mantuvieron un encuentro. Delegados de UGT se reunirán el viernes en Madrid con representantes de la Dirección General de Costas para volver a expresar su oposición a las exigencias de la Administración.
A Luciano Gómez le sorprende la decisión de Costas de recuperar los terrenos de la marisma donde se vierten los fosfoyesos porque "aquello ya no es una marisma". No le falta razón al sindicalista. El paisaje que se abre donde una vez estuvieron las marismas del Mendaña, son ahora balsas de residuos. Algunas de ellas se ha tratado de recuperar medioambientalmente, tapándolas literalmente con montañas de tierra y otros productos, y plantando arbustos y árboles. A su lado, se mantienen otras activas, donde se siguen vertiendo los fosfoyesos. La continuidad de esta actividad enerva a grupos ecologistas como la Asociación Mesa de la Ría, que exige que se cumpla de manera inmediata la resolución de la Audiencia Nacional, que se deje de verter de una vez los fosfoyesos y se recupere la marisma.
Irse sin limpiar
El fin del cese de la actividad industrial de Fertiberia, enclavada en avenida Francisco Montenegro de Huelva, puede suponer un primer paso para recuperar este espacio. Cerca de esta gran calle, a orillas del último tramo del río Odiel y poblada hoy de industrias, el Ayuntamiento de Huelva dibuja el ensanche más ambicioso y polémico, pues se aproxima mucho a las fumarolas de las fábricas.
Pero hay escepticismo acerca de la próxima recuperación de la avenida para la ciudad. José Pablo Vázquez, portavoz de la Asociación Mesa de la Ría, que lleva años reivindicando la devolución del espacio a la ciudadanía, advierte que, de marcharse "sin dar soluciones de recuperación, el legado de las industrias va a ser muy duro de afrontar, con espacios carísimos de recuperar". "Lo peor es que puede pasar lo que ninguno quería: que las industrias se vayan sin dar soluciones a nadie; ni a los trabajadores, que se pueden ir al paro sin alternativas; ni a la ciudad, a la que dejan sin limpiar, con lo que todo recaerá en las Administraciones públicas", dice.
Vázquez recuerda, casi con pena, el proyecto que en 2005 diseñó el Colegio Oficial de Arquitectos de Huelva para el aprovechamiento de Francisco Montenegro, centrado en espacios y edificios de carácter lúdico y recreativo, como polideportivos, un palacio de congresos, y un amplio paseo marítimo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.