La guerra que nadie quiere ver
Kimberly Peirce regresa a las pantallas con 'Stop loss', su mirada sobre Irak
Su ropa -chaqueta negra, camiseta blanca y vaqueros- habla de rebeldía, pero su entorno habla de poder. Unas 10 personas, entre agentes, publicistas y representantes de estudio, acompañan a la reina del cine independiente, Kimberly Peirce, la autora de Boys don't cry, quien pese al éxito de su ópera prima desapareció en el combate de Hollywood durante casi una década.
"Me influyeron los filmes caseros que se ruedan al tiempo que se dispara"
Hasta ahora, cuando esta realizadora de 40 años regresa a las pantallas a tiempo de recordar el quinto aniversario de la invasión estadounidense de Irak con Stop loss, que se estrenó en Estados Unidos el pasado viernes y que llegará en verano a nuestras pantallas. Da igual que los filmes de guerra estrenados los últimos meses fueran puro veneno para la taquilla (en este caso, se ha vuelto a cumplir la norma: ha logrado un triste octavo lugar en recaudación el pasado fin de semana). O que la entrevista haya coincidido en Los Ángeles con una manifestación contra la guerra, de la que Peirce no sabía nada, encerrada en el lujo de Beverly Hills para la promoción de la cinta. Así es esta autora, una mujer llena de conflictos de los que se alimenta para dejarse el alma en la pantalla plasmando sus confusiones sexuales o, en este caso, sus dudas patrióticas.
"Boys don't cry fue un regalo", dice Kimberly Peirce cuando se le pregunta por qué ha esperado tanto para volver a coger la cámara. "Me enamoré del personaje y de la historia de Teena Brandon. Pero luego mi país vivió el 11-S, llevamos muchos años de guerra y eso ha cambiado las cosas. Necesito escribir de lo que me preocupa, ya sea del género y la sexualidad o sobre mi familia, mi país y lo que he vivido desde que mi hermano menor se alistó y perdió la inocencia".
En la nueva película de la realizadora parece haber numerosos guiños autobiográficos. "Somos una familia de militares", comenta, "y fue mi hermano el que me descubrió el término stop loss. Es una medida que permite al Ejército llamar al frente a quienes ya han completado su servicio. Pero me influyeron más las películas caseras que me trajo de sus compañeros, un material que van rodando a la vez que disparan, con las cámaras enganchadas en sus metralletas o en los cascos". Luego, añade de manera rotunda: "El hecho es que hay más de 12.000 desertores en esta guerra, y eso es algo que yo no sabía y que mucha gente desconoce".
Para Peirce, es la apatía de los estadounidenses la que ha conducido a semejante falta de información. "Es verdad que no se cuentan muchas cosas, aunque la gente tampoco se involucra", explica. "Es diametralmente opuesto a lo que ocurrió en Vietnam, cuando toda la cultura giraba alrededor del conflicto. Pero entonces el reclutamiento era forzoso. Eso significa que hermanos, padres, todos estaban conectados con el conflicto. Ahora, el Ejército es voluntario y la gente no se involucra".
A juzgar por el escaso éxito de los filmes sobre Irak que han precedido al que ahora estrenará la directora de Boys don't cry, puede que el público esté también muy poco interesado en revivir el conflicto en la pantalla. Kimberly Peirce no está de acuerdo. "He presentado la película en 22 ciudades por todo el país en pequeñas proyecciones que incluían al terminar la posibilidad de dialogar con el público. Y en estos encuentros me han dado las gracias por hacer un largometraje que se fija en los soldados, en la hermandad y la camaradería que les permite seguir viviendo incluso cuando tienen más dudas, justo en esos momentos cuando se encuentran en la tesitura de ser buenos soldados o ser buenos seres humanos que se sienten traicionados".
¿Cambió algo su trabajo la opinión que tenía sobre esta guerra? Kimberly Peirce responde: "Es el conflicto donde ha habido mayor volumen de suicidios y en el que se puede contar el mayor número de afectados por la guerra. Más de 81.000 soldados han sufrido este reenganche forzoso, una forma de reclutamiento obligatorio encubierto, y más de 650.000 han participado en ambos conflictos, Irak y Afganistán. Eso por no hablar del coste de vidas humanas. Mi duda es si todo esto ha hecho de Estados Unidos un país más seguro".
La cuestión ahora es saber si habrá que esperar otra década para poder ver una nueva película suya. O si volverá a la tele. "La estoy escribiendo ya", contesta, "y creo que sorprenderá a muchos porque es una comedia romántica con un giro sexual, con un toque Almodóvar".
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