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Los problemas de la sanidad pública

"La situación clama al cielo"

Jesús Martínez se hace cargo de más pacientes por una baja sin cubrir

Elena G. Sevillano

Isabel y Pere acaban de recorrer los 10 kilómetros que separan Daganzo, donde viven, de Paracuellos del Jarama. Sus hijos, de 8 y 10 años, tienen una dermatitis y necesitan un volante para el dermatólogo. Su pediatra está de baja desde noviembre, así que han venido a pedírselo a Jesús Martínez, de 50 años, pediatra interino en Paracuellos. Están más que acostumbrados a esperar -"hasta una hora", dice Pere-, así que les sorprende que sólo haya otro paciente delante. Es viernes.

Jesús trabaja de dos a nueve de la tarde. Se considera un privilegiado porque suele disponer de 10 minutos para cada niño. "Yo vivo muy bien", presume. Pero la situación que vive la sanidad pública y, en concreto, la que ve venir en Paracuellos "clama al cielo". En todos estos meses no ha habido manera de cubrir la baja del pediatra de tarde de Daganzo, un pueblo al que no dejan de acudir familias jóvenes atraídas por la construcción de nuevas viviendas.

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Jesús cuenta que un suplente duró 15 días en el puesto; otro aguantó tres días; un tercero, ni siquiera llegó a aparecer. Y mientras tanto, los pacientes de Daganzo se van sumando a los suyos. En lo que lleva de turno -son las ocho- ha atendido a 10 niños del otro pueblo. Un lunes, el día de más trabajo, puede ver a 20 que, en principio, no le corresponden.

"El problema", explica, "es que nadie quiere suplir esa baja. El pediatra de tarde de Daganzo tiene un cupo de 1.700 pacientes y ve a 70 por turno. Los que vienen, ven el material y se van. Esto no hay cuerpo que lo resista". El cupo máximo que permite la ley es de 1.500 pacientes, pero las sociedades médicas recomiendan que no supere los 1.000.

En Daganzo, opina Jesús, habría que crear otra plaza ya. Algo que enseguida pasará también en Paracuellos. En la entrada al pueblo han brotado decenas de casas que preludian un inminente aumento de la población. "Pasaremos de 5.000 a 20.000 habitantes cuando se entreguen las viviendas. Y todos esos niños van a venir aquí", asegura.

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Los problemas llegarán, anticipa Jesús, cuando empiece el nuevo curso escolar. No sabe qué hará. Si aguantará el exceso de trabajo o se buscará otro destino. Tiene claro que, ahora mismo, los interinos lo tienen mejor que los médicos que se sacaron una oposición. "Ellos están encarcelados en su plaza. No salen concursos de traslado. A mí, en cambio, me contratarían en cualquier sitio porque no hay gente. Los interinos tenemos la sartén por el mango", afirma.

Jesús Martínez, en su consulta.
Jesús Martínez, en su consulta.L. S.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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