"El coste de la guerra era necesario"
Bush no se arrepiente de la invasión y afirma que "la batalla acabará en victoria"
Exactamente cinco años después de su comparecencia de 2003 en la que anunció "el comienzo de operaciones militares para desarmar a Irak, liberar a su gente y defender al mundo de un grave peligro", el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, dijo ayer en el Pentágono que mantiene su fe en que "la batalla de Irak acabará en una victoria". "Se trata de una guerra noble, necesaria y justa", afirmó.
En estos años, casi 4.000 soldados han perdido la vida en el campo de batalla. El coste acumulado de la operación militar supera los 500.000 millones de dólares (320.000 millones de euros), según la Oficina del Presupuesto del Congreso. "Ha sido una batalla más larga, más dura y más costosa de lo que esperábamos", reconoció Bush. "Ha tenido un alto coste en vidas y en dinero, pero esos costes eran necesarios cuando consideramos el precio que tendría la victoria de nuestros enemigos en Irak", añadió. "Derrocar a Sadam Husein era la decisión correcta".
"Echar a Sadam Husein del poder era la decisión correcta", afirmó
El presidente repitió unas palabras que ya pronunció en 2003: "No aceptaremos más resultado que la victoria". Bush no marcó como un hito el comienzo de la guerra en sí misma, sino el refuerzo de 30.000 soldados que él mismo ordenó en enero del año pasado, después de un notable recrudecimiento de la violencia en Irak y de que los republicanos perdieran las elecciones al Congreso. El grueso de estas tropas llegó a Bagdad en verano y, desde entonces, el número de soldados norteamericanos fallecidos en combate ha descendido drásticamente de los 126 de mayo de 2007 a los 29 del pasado mes.
En este momento, 158.000 soldados norteamericanos prestan servicio en Irak, un número que se reducirá a 140.000 el próximo verano, según los planes del Pentágono. Pero Bush dejó entrever ayer que no permitirá más reducciones en los nueve meses que le quedan en la Casa Blanca. "Hemos llegado muy lejos y no vamos a permitir ningún tipo de huida", dijo. "El general [al mando de las tropas en Irak] David Petraeus me ha advertido de que las reducciones rápidas en el número de tropas permitirían que Al Qaeda y otras milicias extremistas recuperaran el terreno perdido y aumentaran la violencia".
Bush echó mano de los mismos argumentos con los que anunció la invasión en 2003: volvió a referirse a Al Qaeda como "un enemigo que nos puede seguir a nuestra propia casa"; pidió a la nación que "no ignore las lecciones del 11 de septiembre", y asoció una retirada en Irak a la posibilidad de "sufrir un ataque como aquél, en el que 19 hombres mataron a 3.000 compatriotas".
El presidente alabó ayer también el trabajo del general Petraeus y su capacidad de colaborar con grupos locales chiíes y suníes para expulsar a los radicales de Al Qaeda. "Estamos viendo la primera revuelta a gran escala de grupos árabes contra Osama Bin Laden, su siniestra ideología y su red de terror", dijo. "Irak es ahora el lugar en que los árabes se unieron a los americanos para expulsar a Al Qaeda de su territorio", explicó. Ayer, Petraeus reafirmó esta idea desde Bagdad. Explicó que diversos grupos suníes y chiíes han estado colaborando con el Ejército iraquí y las fuerzas estadounidenses en Bagdad y las provincias de Kirkuk y Al Anbar para "desahuciar a Al Qaeda de Irak".
Bush, sin embargo, explicó que todavía queda mucho camino por recorrer. "Ahora hay que consolidar nuestra victoria y sellar la derrota de los extremistas", dijo, criticando ardientemente las "llamadas a la retirada" de la mayoría demócrata en el Congreso. "Los críticos de la guerra ya no pueden argumentar que estamos perdiendo en Irak. Ahora van diciendo que la guerra es muy cara".
El conflicto en el país árabe ocupó también la campaña electoral. Los demócratas Hillary Clinton y Barack Obama insistieron en poner fecha a la retirada de las tropas, mientras el republicano John McCain destacó "los innegables avances contra el extremismo islámico".
Mientras, un centenar de manifestantes se encadenó en Washington para impedir la entrada de los trabajadores al Departamento de Hacienda. "No pagaremos más impuestos para financiar esta guerra", gritaban. Hubo, en total, 20 detenidos.
¿Qué piensan los aspirantes a la Casa Blanca?
- Hillary Clinton
La senadora demócrata votó en 2002 a favor de la invasión de Irak, a partir, dijo, de los informes que luego resultaron erróneos. Desde entonces se ha opuesto a la guerra y al incremento de tropas. A lo largo de 2007, presentó iniciativas para reducir los efectivos y para obligar al presidente a requerir la autorización del Congreso antes de acordar con las autoridades iraquíes cualquier calendario. Clinton es partidaria de una "retirada responsable" que arrancaría a principios de 2009 y concluiría en 2013, si bien reconoce que puede no ser factible. De ser elegida, convocaría además una conferencia de aliados y países fronterizos para estabilizar el país.
- Barack Obama
El representante demócrata por Illinois se opuso desde el principio a la guerra, argumento que utiliza para desmarcarse de sus dos rivales. Desde su escaño se mostró partidario de reducir las tropas y establecer un calendario de salida. El candidato se fijó el objetivo de retirar los contingentes para 2009, si bien luego reconoció, como Clinton, que no será posible completar la salida antes de 2013. Obama se opone a que haya bases permanentes en Irak, pero dejaría tropas para proteger la Embajada de EE UU y para combatir los remanentes de Al Qaeda. Apoya una asamblea constitucional auspiciada por la ONU para impulsar la reconciliación en Irak.
- John McCain
El senador votó a favor de la invasión de Irak y se convirtió en ardiente partidario del derrocamiento de Sadam Husein con un gran despliegue de fuerza y en el menor tiempo posible, según la doctrina militar del dominio rápido.
Cinco años después, el candidato republicano sigue defendiendo la presencia militar en Irak. "Estamos ganando esta guerra, pero todavía nos queda mucho por hacer", dijo este martes, después de la octava visita a la zona. McCain, prisionero de guerra en Hanoi entre 1967 y 1973, es, a la vez, uno de los senadores más críticos con la tortura. En 2005 logró que el Congreso aprobara una ley que prohíbe esta práctica a los miembros del Ejército de EE UU.
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