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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Callejones sin salida

El espectro de Kosovo acaba de cobrarse su primera víctima en el teatro serbio: el primer ministro Kostunica ha roto la coalición gubernamental con el Partido Democrático del presidente Tadic, poniendo fin así a la farsa. Ha llegado la hora de comprobar si el pasaporte europeo puede hacer olvidar el agravio de la independencia kosovar. En París, Berlín o Londres se ha apostado todas las fichas a un solo número: pero hemos visto ya muchas veces cómo a falta de una salida para salvar la propia cara, los políticos -y los pueblos tras ellos- eligen el infierno.

El previsible dominó (¿quién dijo que no lo habría?) ya ha ocurrido: el partido de Kostunica amenaza, si los grandes de la UE no dan marcha atrás sobre Kosovo, con entregarse al eje del mal formado de los ultras del Partido Radical de Nikolic y el dúo Putin-Medvéded. En las legislativas de hace un año, los ultras fueron el partido más votado; en las presidenciales del pasado febrero Nikolic se quedó a menos de tres puntos de Tadic. Ahora, junto al partido del ex primer ministro, podrían cortar el paso a los acuerdos de cooperación y de estabilización ofrecidos por la UE. Los villanos Mladic y Karadzic deben de estar riéndose. Y tampoco hay un único tribunal al que recurrir. Desde las intervenciones humanitarias de los noventa la soberanía territorial clásica se halla en pugna con el principio de inviolabilidad de los individuos y las minorías.

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Kosovo lleva otra vez a los serbios a elegir entre el aislamiento o Europa

En España vamos hacia otra vía muerta a causa de una retórica que ha vinculado excesivamente el derecho internacional a la ONU. Aunque se actuó correctamente al no reconocer a Kosovo en un primer momento, el Gobierno podría verse pronto en un callejón sin salida si no flexibiliza su posición, a la vista de dilemas más complejos que el caso de Irak. Ya estuvimos con la OTAN en la campaña contra Milosevic en 1999 sin apoyo del Consejo de Seguridad, y no son descartables nuevas crisis bélicas o humanitarias bajo liderazgo europeo para la intervención pero sin el apoyo de Rusia o China. Tenemos que estar en Kosovo con la misión judicial y policial europea; pero sería bueno plantear como horizonte una Conferencia Internacional para los Balcanes, donde la UE y EE UU se sienten junto a Rusia.

Vicente Palacio es subdirector del Observatorio de Política Exterior de la Fundación Alternativas.

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