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La obra de Jean Tinguely, el artista del reciclaje, toma el IVAM

El museo ofrece la primera retrospectiva en España del escultor suizo

La mayoría de los profanos en arte no conocen a Jean Tinguely (Friburgo, 1925-Berna, 1991), pero quien más y quien menos ha disfrutado de la fuente de los autómatas que hay instalada junto al Centre Georges Pompidou de París. Esa fuente, dedicada al músico Igor Stravinsky, es la obra más conocida de Tinguely, el artista al que el IVAM dedica, desde ayer, la primera retrospectiva que se puede ver en España sobre su obra.

105 obras sobre papel, 30 esculturas, 10 retratos en blanco y negro y dos películas componen la muestra que el museo valenciano exhibe sobre un creador que trabajaba con materiales reciclables. Lo hacía "por necesidad", como expresaba Andres Padrey, uno de los comisarios de la retrospectiva, "porque no tenía dinero para adquirir materiales nobles". De esa carencia, Tinguely, que descubrió la escultura a raíz de su estancia en París, en 1952, hizo una filosofía artística. Trabajaba con hierros, alambres, metales viejos o materiales de desecho, que integraba en esculturas móviles. Porque las obras de Jean Tinguely se mueven y el visitante del IVAM las puede accionar oprimiendo un botón que pone en funcionamiento un engranaje que es, a la vez, divertido y sorprendente. Las obras que forman la exposición proceden de los fondos del Museo Tinguely de Basilea, que posee la mayoría de los trabajos del artista suizo y su correspondencia con el coleccionista de arte e impulsor de museos Pontus Hulten, una de las más evidentes influencias en su obra.

Maestro del arte cinético, Tinguely buscaba acercar su trabajo a la gente. Por ello, el artista suizo quedó fascinado cuando, un año antes de su muerte, visitó Valencia en Fallas. Aquella fiesta en que el ruido "era música" para él, como contaba Klaus Littman, el otro comisario de la muestra, y los monumentos de cartón piedra representaban "el arte popular" comenzó a hilar una relación con Valencia que se materializa con esta exposición que, ironías del destino, se inaugura en plena efervescencia fallera.

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