_
_
_
_

El presidente de Irán exige en Bagdad la salida de los soldados de EE UU

Ahmadineyad ve a las tropas extranjeras como "una humillación" para la región

Ángeles Espinosa

El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, concluyó ayer su histórica visita a Bagdad con un llamamiento a la salida de las tropas estadounidenses de Irak, cuya presencia calificó de "humillación para los países de la zona". También negó las acusaciones norteamericanas de que su país entrena a terroristas. De madrugada, Ahmadineyad rezó en la mezquita de Kadhumiya, el más importante santuario chií de Bagdad, poniendo de relieve el simbolismo de su viaje.

La cooperación se ha plasmado en siete acuerdos entre Irak y Teherán
Más información
El Consejo de Seguridad refuerza las sanciones contra Teherán

"Consideramos que las fuerzas venidas del extranjero y que han viajado miles de kilómetros deben marcharse y devolver su soberanía a los pueblos de la región", declaró el presidente iraní durante la conferencia de prensa con la que cerró su visita de dos días a Bagdad. En referencia a los 160.000 soldados estadounidenses desplegados en Irak, dijo que "sólo han traído destrucción" y que el coste de las operaciones militares hubiera podido financiar el desarrollo del país. "Su presencia es una humillación para los países de la zona", aseguró.

Ahmadineyad se mostró convencido de que "su único logro ha sido ganarse el odio de las naciones de la región". "Nadie les quiere", afirmó. Cuando un periodista iraquí le preguntó cómo lo sabía, respondió que "a lo largo de su historia, los iraquíes se han mostrado contrarios al colonialismo y a la ocupación". "Si usted pregunta a la gente de la calle, se dará cuenta de lo que le digo", añadió.

Sin embargo, el presidente iraní no tuvo ocasión de comprobarlo por sí mismo. Las enormes medidas de seguridad que rodearon todo su viaje impidieron que tuviera otro contacto que el de las autoridades y destacadas figuras políticas del país. Aunque el domingo recibió a una delegación de diputados y a un grupo de líderes tribales, su caravana no pasó por el barrio suní de Adhamiya, donde un millar de iraquíes se manifestaron ayer contra su visita.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Los iraquíes se encuentran divididos respecto a Irán. A pesar de los lazos históricos y culturales que siempre han unido a los chiíes (90% de los iraníes y 60% de los iraquíes), durante los ocho años de guerra que ambos países libraron hace dos décadas la afiliación nacional se impuso a la religiosa. Además, incluso sus líderes, que han agradecido el respaldo político que significa la visita de Ahmadineyad, temen verse atrapados en la rivalidad entre Irán y EE UU, y luchan por mantener un delicado equilibrio entre ambos. Paradójicamente, el viaje del presidente iraní es fruto de la intervención estadounidense para derrocar a Sadam Husein en 2003. Por otro lado, aunque su respaldo al Gobierno iraquí coincide con los intereses de Washington, algunos analistas afirman que Irán no desea que Irak se convierta en un país fuerte porque ambos terminarán rivalizando por el poder regional.

De momento, ha prevalecido el espíritu de cooperación y la "nueva página" anunciada en las relaciones bilaterales se concretó ayer en la firma de siete acuerdos relativos "al desarrollo de las relaciones y la cooperación sobre seguros, aduanas, industria, educación y transportes", según anunció Ahmadineyad. En total, mil millones de dólares para que empresas y productos iraníes desarrollen proyectos en esos campos, ampliando su presencia en Irak. "Están en todas partes", apunta un observador sobre las inversiones iraníes, las más importantes de todas las que recibe el país.

Como a su llegada, Ahmadineyad fue despedido con honores de jefe de Estado en la residencia del presidente iraquí, Yalal Talabani, en el barrio de Al Jadriya. Alfombra roja, guardia de honor y banda de música cerraron su estancia de dos días en Bagdad. El presidente iraní tuvo que conformarse con orar en la mezquita de Kadhumiya, al norte de la capital iraquí, en un gesto importante tanto hacia los chiíes iraquíes como hacia la opinión pública iraní.

A primera hora de la mañana dos atentados suicidas dejaron al menos 24 muertos y medio centenar de heridos en diferentes partes de Bagdad. Aunque ninguno de los ataques se produjo en las zonas por las que pasó la comitiva iraní, su ocurrencia puso de relieve la fragilidad de la situación iraquí, a pesar de una reciente reducción de la violencia.

El presidente Mahmud Ahmadineyad reza ayer en el santuario chií de Kadhumiya, al norte de Bagdad.
El presidente Mahmud Ahmadineyad reza ayer en el santuario chií de Kadhumiya, al norte de Bagdad.AFP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_