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Los cortometrajistas buscan cerrar las heridas de los Goya

El movimiento Indignados.org lucha por dignificar el sector

Rocío García

Están menos indignados que hace meses, pero las heridas aún no han terminado de cerrar. El enfrentamiento entre los cortometrajistas y la Academia de Cine en torno a la gala de los Goya planeó en el primer encuentro sobre el cortometraje español celebrado esta semana en Cáceres, en el que se analizaron los problemas que atenazan a este sector maltratado y olvidado por la Administración y clandestino para el público. "Es un género marginal y minoritario", se lamenta Lucina Gil, ganadora del Goya al mejor corto documental con El hombre feliz. "Si no tiene público es porque no llega a ese público, no sabe ni que existe", denuncia Txema Muñoz, responsable de Kimuak, el programa del Gobierno vasco, nacido hace 10 años, que se encarga, con gran éxito, de la difusión y promoción del cortometraje vasco a través de un catálogo anual. "El cortometraje es un formato maltratado. En España ni se vende ni se ve. Tenemos mucho más éxito fuera de nuestras fronteras, donde vendemos más cortos que aquí. Las televisiones públicas son un elemento clave y no están respondiendo", añade Nacho Varela, director del Consorcio Audiovisual de Galicia.

"Si no hay público es porque no saben ni que existe", dice Txema Muñoz
Nacho Varela: "Tenemos más éxito fuera de nuestras fronteras"

El colofón a estas jornadas, celebradas en el marco del Festival Solidario de Cine Español de Cáceres, finalizó el viernes con una reunión de los conocidos ya como Indignados.org, un movimiento único iniciado por Millán Vázquez, un distribuidor de cortos extremeño, que, ante la decisión de la Academia de Cine de retirar este tipo de filmes de la gala de los Goya, reunió más de 4.000 firmas a través de Internet y así consiguió que la institución cinematográfica diera marcha atrás. Por fin, algunos ayer se vieron las caras, tras el encuentro virtual en la Red. Con un toque de añoranza, algo de romanticismo, pero sin mayores lamentos y mirando al futuro, directores, como Eduardo Chapero Jackson, ganador del mejor corto en los premios del Cine Europeo con Alumbramiento, productores y distribuidores comenzaron el viernes a sentar las bases para buscar una voz única en el mundo del cortometraje y acordaron la creación de una coordinadora con comisiones específicas que represente, defienda y fomente el cortometraje español. "El movimiento indignado se estaba apagando. Teníamos que aprovechar este tirón. El tema de los Goya fue la chispa. Ahora debemos ir mucho más allá", afirma optimista Millán Vázquez.

El primer encuentro del cortometraje español debatió, a lo largo de dos jornadas, y con el auditorio de la Filmoteca de Extremadura casi siempre lleno, todos los aspectos -formación, producción, financiación, distribución y relación con las instituciones- que contribuyan a ayudar a este cine de pequeño formato a encontrar un digno lugar. Todos coincidieron en la necesidad de profesionalizar el sector -"debe perder algo de frescura y convertirse en una industria paralela a la del largo", según Txema Muñoz-; de considerar el corto no como una antesala del largometraje sino como un formato en sí mismo, así como de hacerse un hueco en las salas de cine y buscar el favor masivo del público como objetivo primordial, saliendo de los circuitos de festivales, mercados y encuentros más minoritarios. Las posibilidades que abre Internet y las nuevas tecnologías -uno de cada dos cortos se rueda en digital- estuvieron también presentes en el encuentro. Hubo, sobre todo, muchas críticas a la ausencia de apoyo a los cortos por parte de las televisiones públicas, nacionales y autonómicas, tanto en su financiación como en su exhibición. "Se programan los cortos de madrugada y sin anunciar, sólo para rellenar huecos", se lamentaban al unísono Nacho Varela y Txema Muñoz.

El cineasta Enrique Urbizu, vicepresidente primero de la Academia, fue testigo de estos comentarios. Uno de los asistentes acusó a los responsables de la institución sufrir el "síndrome del palacete y de haberse convertido en un ente autoritario". Urbizu, que calificó de "malograda idea" la retirada inicial en los Goya, se defendió señalando que nunca se tuvo la intención de actuar en contra de este sector y que ese enfrentamiento ha logrado algo positivo como es la creación de una comisión en la Academia de cortometrajistas que buscará soluciones. "Sois un sector atomizado. Es muy difícil encontrar una voz única con la que poder negociar", les espetó Urbizu. A eso, a encontrar esa única voz, se dedicaron el viernes los indignados en las cercanías de la plaza Mayor de Cáceres.

Arriba, Cristina Plazas, en <i>Alumbramiento, </i>de Eduardo Chapero Jackson. Abajo, un fotograma de <i>El hombre feliz, </i>de Lucina Gil.
Arriba, Cristina Plazas, en Alumbramiento, de Eduardo Chapero Jackson. Abajo, un fotograma de El hombre feliz, de Lucina Gil.

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