La dimensión es clave

A lo largo de los últimos años hemos asistido de manera recurrente al debate suscitado en torno a la fusión de las cajas de ahorro vascas, un proceso con altibajos, fuertemente condicionado por las circunstancias políticas de cada momento. El debate está abierto no sólo en la comunidad autónoma; también en el resto del Estado se están planteando este tipo de procesos de fusión como fórmula para mejorar la eficacia en la gestión de estas instituciones. Los bancos ya los afrontaron con evidente éxito en algunos casos, y es en este camino en que las cajas de ahorro deben profundizar para tratar de ser más competitivas.

Los argumentos que desde un punto vista estrictamente económico justifican el incremento en la dimensión de las cajas vascas, y que en los últimos tiempos han sido expuestos por los presidentes de las tres entidades en distintos foros, parecen suficientemente persuasivos como para justificar la posible fusión. De manera recurrente, los dirigentes de las cajas han hecho alusión a las oportunidades de negocio que se pueden perder de no hacerlo en cuestiones como expansión internacional del negocio financiero, nuevos emplazamientos, expansión en negocio con pymes, y banca corporativa y de inversión.

El principal escollo poco tiene que ver con la economía

Un entorno competitivo cada vez más exigente, la globalización económica, los avances tecnológicos son elementos, entre otros, que hacen que la variable tamaño se convierta en una de las claves fundamentales dentro del posicionamiento estratégico de las cajas vascas. Con su dimensión actual, si bien son entidades financieramente sólidas, se encuentran con importantes limitaciones a la hora de afrontar con suficiente intensidad un proceso de expansión, a nivel estatal e internacional, que se antoja necesario si quieren mantener el peso específico dentro del sistema financiero. La cuestión clave, en este aspecto, es que dichas limitaciones se convierten en debilidades desde un punto de vista comparativo con la competencia, afectando por tanto a la competitividad de las entidades. Sirva como ejemplo que la caja vizcaína, la mayor por tamaño de las tres entidades vascas, que en los años noventa era la tercera en importancia dentro del sector en España, actualmente ocupa la novena posición dentro del ranking si nos atenemos al volumen total de sus activos. Las limitaciones en el crecimiento no están únicamente relacionadas con el ámbito geográfico de actuación. En las circunstancias actuales, las cajas vascas también se encuentran fuertemente condicionadas a la hora de emprender de manera autónoma proyectos de inversión de calado importante.

El principal escollo para la fusión poco tiene que ver con argumentos económicos. La participación de la clase política en los órganos de gobierno de las cajas de ahorro hace que los modelos de gestión de estas instituciones tan peculiares no estén basados exclusivamente en criterios económicos. Aunque por enésima vez parece aparcado el tema de la fusión, sin duda, los resultados de las elecciones a representantes en los órganos rectores puede condicionar de manera importante el resultado final del proceso.

Miguel Ángel Pérez Martínez es profesor titular de Economía Financiera de la UPV.