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Hamás y Yihad acusan a Israel de una matanza en Gaza

Una brutal explosión destrozó ayer una vivienda de tres plantas en el campo de refugiados de El Bureij, en el centro de la franja de Gaza. En ella residía uno de los máximos dirigentes de Yihad Islámica, Ayman Fayed, que pereció en el acto. Junto a él murieron su esposa, dos de sus hijos y al menos cuatro personas más. Yihad Islámica y Hamás acusaron al Ejército israelí de haber perpetrado una matanza, aunque portavoces militares hebreos negaron el ataque en esa zona.

Sucede alguna vez que un depósito de cohetes caseros kassam explota y causa daños, pero la violencia de la deflagración de anoche no es la propia de estos incidentes. La casa de tres plantas quedó totalmente hundida, y media docena de edificios adyacentes fueron seriamente dañados. Los heridos -10 de ellos en condición crítica- se cuentan por decenas.

En la última semana, varios ministros del Gobierno de Ehud Olmert han abogado por borrar del mapa barrios enteros, los lugares desde los que se disparan los cohetes artesanales kassam, y han amenazado con aniquilar a los líderes políticos y militares de los movimientos islamistas palestinos. El disparo de cohetes contra los pueblos y ciudades cercanos a la franja fomenta en Israel el deseo de venganza.

En Sderot hay unanimidad. La gente reclama al Gobierno que castigue a Gaza sin piedad. Desde la ciudad de Gaza recordaban anoche ataques del Ejército israelí que todavía colean. En 2002, la aviación lanzó una bomba de una tonelada sobre la residencia de Salah Shehade, jefe militar de Hamás. Trece civiles inocentes murieron en ese bombardeo.

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