Bajos fondos
El líder de Convergència i Unió, Artur Mas, fue categórico la semana pasada. Sugirió que CiU, tras las próximas elecciones, reclamará dirigir la política económica española. "Aportamos seriedad y rigor", frente a la "frivolidad" del PSOE y al "partidismo" del PP.
Las palabras de Mas no hubieran pasado de simple reclamo electoral a beneficio de inventario de no haber coincidido con que la Sindicatura de Cuentas de la Generalitat -el equivalente catalán al Tribunal de Cuentas- afirmó en el Parlament que no hallaba las facturas justificativas de buena parte de los aproximadamente 1.500 millones de euros procedentes de los Fondos Sociales Europeos que se administraron desde el Departamento de Trabajo entre 1990 y 2001, en plena égida pujolista.
Entre otras perlas de esa buena y eficaz gestión convergente, ninguna de las empresas que realizó los 77 cursos de formación que ha investigado la Sindicatura ha presentado bien las cuentas. La mayoría carece de justificantes, otras tienen directamente facturas duplicadas y en unas terceras no aparece contabilidad alguna. Las actas de asistencia a clase han sido con frecuencia trucadas: los alumnos aparecen al tiempo como tales y como "expertos docentes". Hay firmas de personas que jamás realizaron esos cursos.
Incluso la reflexión más piadosa invita a pensar que ése ha sido durante años un sistema de financiación de partidos y asociaciones sindicales y patronales. La Sindicatura señala que algunas entidades investigadas, ahora en proceso judicial, son propiedad de la Confederación de Empresarios del Baix Llobregat, del andorrano Fidel Pallerols -relacionado con la presunta financiación ilegal de Unió Democràtica- y del Centro de Estudios de Empleo de la Mujer, también emparentado con los democristianos catalanes.
La sombra ya no de la duda, sino de la sospecha se extiende más que razonablemente sobre los 1.432 millones que se volcaron sobre los cursos. "A Cataluña se la respeta menos que antes", afirma el eslogan preelectoral de CiU. Quizá la mejor manera de no haber perdido ese respeto hubiera sido una gestión transparente.
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