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La avalancha de denuncias no logra frenar los vertidos a la ría coruñesa

La Administración y los juzgados tienen sin resolver 16 casos en dos años

Resulta casi un juego para niños ver u oler la contaminación de las rías de A Coruña y O Burgo. Basta acercarse al mar desde algún punto de los paseos marítimos o playas de los cuatro municipios que las rodean para apreciar su deterioro continuo y prolongado. El repunte en la contaminación de las aguas que arrojan ahora elevados índices de bacterias fecales obligó a declararlas, desde abril de 2007, como zona C para el marisqueo -las capturas sólo se pueden vender a la industria conservera, no para su comercialización directa-, y ha dado al traste con la mejoría que se registraba a medida que se iban terminando algunas de las obras del muy retrasado plan ideado por la Xunta en 2000 para el saneamiento y recuperación integrales de estas rías.

Colectores y canalizaciones se construyen con tres años de retraso

El plan no estará listo hasta el verano de 2009, cuando funcionen la depuradora y el emisario de Bens imprescindibles para devolver limpias al mar las aguas residuales generadas por más de 350.000 habitantes y las numerosas industrias del contorno. Mientras, los vertidos a ambas rías, sobre todo a la de O Burgo, continúan, incesantes sin que las múltiples denuncias hayan surtido efecto. Una veintena de casos lograron ser detectados y denunciados en los últimos dos años, 16 de los cuales siguen pendientes de resolución en los juzgados o en la Administración. En los tribunales se acumulan media docena de denuncias de la cofradía coruñesa y otras dos del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil.A la coctelera explosiva de contaminación que provoca el fuerte crecimiento demográfico e industrial de las rías de A Coruña y O Burgo, así como los atrasos de los planes de saneamiento, se añade cierta indiferencia generalizada de la población afectada, controles administrativos insuficientes y la dificultad que entraña perseguir los vertidos. Muchos quedan impunes, por falta de pruebas sólidas. La Guardia Civil y Augas de Galicia, organismo dependiente de la Consellería de Medio Ambiente, tuvieron que archivar en diciembre una denuncia porque el laboratorio fue incapaz de analizar, "por encontrarse en estado gaseoso", las muestras de la sospechosa "sustancia gelatinosa" que apareció cubriendo la arena de dos bancos de almejas de la ría.

Otros vertidos resultan más flagrantes. Siguen en curso denuncias por nuevas urbanizaciones con fosas sépticas que vierten directamente a la ría, empresas a pie del mar que eluden conectarse a la red general de saneamiento de aguas, fugas de hidrocarburos de estaciones de servicio cercanas, ríos fuertemente contaminados. A las seis denuncias que instruyen los tribunales a instancias de la Cofradía de A Coruña, que ha intensificado su vigilancia con un exhaustivo control, documentado con muestreos analíticos y fotografías, se añaden otras dos presentadas por la Guardia Civil. Los agentes de su Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) intervinieron en el último año en cuatro casos más que, si bien no constituían un delito, sí dan lugar a una infracción administrativa y una sanción.

Augas de Galicia, por su parte, impuso entre noviembre y diciembre pasado tres multas de entre 4.507 y 6.750 euros cada una a otras tantas empresas por vertidos contaminantes en O Burgo. Y tiene en trámite dos denuncias más, una de ellas ocurrida este mismo mes y la otra provocada por una urbanización de viviendas, en el barrio de Palavea, que tiene sencillamente conectadas sus tuberías de aguas fecales a la red de pluviales que desemboca en la ría, a la par que el río Quintas, otro de los puntos principales de contaminación, según la cofradía.

"Es una cloaca", afirma su patrón mayor, Manuel Cao. La canalización que tiene en su lecho para bombear las aguas residuales de Oleiros hacia Bens es más que deficiente y sufre vertidos de todo tipo que acaban en el fondo de O Burgo. La cofradía llevó a analizar una muestra precintada de las aguas del Quintas que recogió el Seprona. Resultado: presencia de bacterias fecales, con 1.200.000 colonias de coliformes. Por encima de 46.000 detectadas por 100 gramos de molusco, la ría quedaría prohibida a todo marisqueo. Los mariscadores sostienen que la contaminación se concentra en el municipio de A Coruña, donde se construyen con más de tres años de retraso colectores y canalizaciones para aguas residuales del río Monelos-Mesoiro, que muere en el muelle de Oza.

Pero no es el único. Al final de O Burgo desemboca otro río, el Mero, en cuyo margen se apuran las obras iniciadas hace tres años para dotarlo de colectores y estaciones de bombeo que recojan las aguas residuales de Cambre, otro de los puntos fuertes del plan de saneamiento de la Xunta. El Ayuntamiento también espera ansioso que Augas de Galicia le entregue otra serie de colectores y plantas depuradoras aún en pruebas. Y en ese mismo punto de la ría, epicentro de contaminación, también se asientan dos industrias muy cuestionadas por los mariscadores, que las acusan de superar con creces sus autorizaciones de vertidos: Moyresa, una fábrica de aceites refinados, y el matadero Fricosa. Este último está en los tribunales, a raíz de una denuncia que el Seprona remitió a la Fiscalía tras aparecer un vertido de espuma en mayo de 2007. Y Augas de Galicia, que suspendió el expediente de sanción a la espera de que se pronuncie un juez, exigió, no obstante, a la empresa "el cese inmediato" de los vertidos al mar y que se conecte a la red de saneamiento de Culleredo.

Casos y más casos que se traducen en los elevados índices de bacterias fecales que impiden el marisqueo. El saneamiento de las rías depende, admite la Consellería de Medio Ambiente, de que finalicen las obras en marcha. Será, como muy pronto, en el verano de 2009.

Radicalización de las protestas

"Una ría es como una tierra, si no se trabaja, se muere", precisa Marcos. Es uno de los 44 mariscadores a flote que, en paralelo a las protestas por la contaminación de las rías de A Coruña y O Burgo que movilizan al conjunto del sector, batalla también estos días con la Consellería de Pesca contra su propuesta de ayudas para trabajar, mientras dure la prohibición de capturar marisco, en la regeneración de los bancos. Lleguen o no a un acuerdo mañana con el departamento de Carmen Gallego -exigen compensaciones como sus compañeras de a pie de la ría de Ferrol-, los mariscadores coruñeses continuarán con los cortes de tráfico, casi diarios, pese a su impopularidad, y hablan de organizar encierros o incluso huelgas de hambre.

"Mariscar es una actividad digna y rentable, más que embarcarse en un pesquero, que ya no logran encontrar tripulantes", destaca Marcial. Cuando encalló y petroleó la ría el Mar Egeo, en 1992, eran 1.000 mariscadores. Quedan 143, que ganan una media de 19.400 euros brutos al año. Y muchos furtivos, otra de las lacras que acrecienta la aparentemente imparable desaparición del marisco de A Coruña.

Obligación europea de preservar la cría de moluscos

"Paseos marítimos hay, pero nada más". Los 143 mariscadores de las rías coruñesas (99 a pie y 44 a flote) se preguntan dónde van los miles de millones de euros concedidos por Bruselas para el plan integral de saneamiento y recuperación que tenía que estar finalizado en 2007 (la UE aporta el 80% de su coste, más de 143 millones) mientras entonan el mea culpa por su tardanza en movilizarse.

Ahora, bajo el paraguas de la cofradía, están dispuestos a batallar con movilizaciones e iniciativas de todo tipo, "como hicieron los de Vigo". La afección de su ría es mucho menor que en A Coruña y O Burgo pero ya dio lugar a una sentencia del Tribunal Europeo que condena a España por no preservar la calidad de las aguas para la cría de moluscos. Los mariscadores coruñeses, en el paro forzoso, preparan ya una denuncia similar ante la UE. Y resulta un precedente peligroso para las autoridades de la Xunta, que se esfuerza en salvar la multa millonaria con un nuevo plan de regeneración de la ría viguesa. En su fallo de diciembre de 2005, el Tribunal de Estrasburgo precisa que al margen de medidas de saneamiento, los países están obligados a garantizar que la calidad de las aguas permita la vida y la cría de moluscos, independientemente de que puedan o no "ser comestibles para el hombre". Es decir, que haya o no marisqueo, la contaminación es inexcusable.

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