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Reportaje:El futuro de los Balcanes

Bosnia no funciona

La corrupción y la división étnica desgarran al Estado balcánico creado en 1992 - Muchos bosnios creen que Europa supo parar la guerra, pero no construir la paz

Ramón Lobo

Trece años después del final de una guerra que costó más de 100.000 muertos y del bombeo de miles de millones de euros en ayuda, Bosnia-Herzegovina no funciona. El Estado creado en los acuerdos de Dayton es caro e ineficaz, un rompecabezas dividido en dos entidades, tres nacionalidades y 10 cantones, es decir, 14 consejos de ministros, 14 parlamentos y 760 diputados con sus respectivas cohortes y burocracias, que se mantiene secuestrado por las mismas élites políticas que provocaron el conflicto en 1992.

La agitación nacionalista, la corrupción y un cierto abandono de la comunidad internacional, más interesada ahora en Kosovo, han convertido Bosnia en un polvorín. La situación bosnia es una lección a tener en cuenta para actuar en Kosovo tras su anhelada independencia. En diciembre, tras uno de los rifirrafes entre dirigentes, los habitantes de Sarajevo se lanzaron a hacer acopio de productos de primera necesidad. El fantasma de la guerra sigue vivo, grabado en la memoria y en las miles de tumbas que inundan los parques.

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"Ser ciudadano en Bosnia es algo insano. Los jóvenes están pensando en marcharse. Los políticos se consideran intocables y acuden a la retórica nacionalista para defender sus intereses", asegura Sasa Madacki, director del Centro de Derechos Humanos. "Dayton contiene los instrumentos para que funcione el Estado, pero en estas manos se transforma en bloqueo".

No hay acuerdo para reformar el Estado -federalización o regionalización- o agilizar el complejo proceso de toma de decisiones. No existen estructuras comunes. Ni universidades, ni educación, ni policía. Ni siquiera han podido pactar una única lista de medicinas con descuento en la Seguridad Social. Dos de las tres nacionalidades miran hacia sus hermanos mayores del otro lado de la frontera: los serbo-bosnios a Serbia y los croata-bosnios a Croacia. Bosnia es un país imposible, un Frankenstein de la ingeniería política.

"El Estado funciona, pero es un coche con ruedas de diferente tamaño", asegura un optimista Miroslav Lajkac, Alto Representante de la UE. "Los políticos no están de acuerdo en la lectura del pasado ni en el presente, pero al menos están de acuerdo en el futuro, en la adhesión a la UE. Ésa es la esperanza".

"La economía no marcha, pero va. Más del 50% está sumergida. El paro real no supera el 17%, aunque la tasa oficial es del 43. La ayuda internacional representa un 2,7% del PIB, cuando en 2002 era el 15%. El Estado tiene superávit, los cafés están repletos y por la calle circulan coches último modelo. Hay dinero. El problema es que tampoco se ponen de acuerdo en qué gastarlo", dice el consultor Reuf Bajrovic.

"Sería poco inteligente decir que Kosovo no va a tener un impacto, porque ya lo tiene. Es una pieza de cambio. El juego se dirige desde Belgrado", dice Madacki. "Los serbios son buenos en el plano táctico, pero un desastre en el estratégico. Las fronteras internas de Bosnia sólo se pueden cambiar con otra guerra. Esta vez no hay una parte que puede aspirar a ganar. Además, el escenario internacional, con tropas europeas en el terreno, es muy diferente", añade Bajrovic.

"Es un arte tener pobres en un país de 3,5 millones de habitantes después de toda la ayuda internacional que hemos recibido. Estoy educando a mis hijos para que hablen alemán porque no quiero que crezcan en este ambiente", asegura Ahmed H. "Bosnia está organizada en tres unidades étnicas de saqueo. Cada uno roba en su territorio y no se preocupa del otro", añade.

"Se supo parar la guerra, pero no construir la paz. Es como si los aliados hubieran dejado a los nazis administrar el Plan Marshall", dice Miroslav Zivanovic, experto en sociedad civil. "No hay catarsis en Serbia ni en la República Srpska porque el drama no ha acabado. Estamos en el segundo acto. Aún no ha caído el telón en los Balcanes".

Un transeúnte de Sarajevo camina por la antigua avenida de los francotiradores en 2005.
Un transeúnte de Sarajevo camina por la antigua avenida de los francotiradores en 2005.ULY MARTÍN

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