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Columna
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Civilizaciones: caso interno

Andrés Ortega

Se atribuye a De Gaulle la idea de que es imposible gobernar un país como Francia que tiene más quesos que días el año. Peor es Indonesia y sus más 17.500 islas. Abdulá Badawi, primer ministro de Malaisia, suspira, en una conversación en Madrid, al hablar de lo "difícil que resulta gobernar" su país multiétnico. "Nos pronosticaron como Estado fallido cuando logramos la independencia" (hace 50 años). Y ahí está Malaisia, como ejemplo económico y político ante el mundo musulmán, con muchos árabes, incluso petroleros, boquiabiertos ante la modernidad del aeropuerto de Kuala Lumpur.

En los últimos tiempos, sin embargo, han surgido algunas grietas, algunos problemas de los que justamente trata la Alianza de Civilizaciones a cuyo I Foro en Madrid acudió Badawi, que ha lanzado una iniciativa paralela -Tender Puentes- que pretende ser complementaria, no rival, de la de Zapatero y Erdogan. Ahora bien, Malaisia es un ejemplo de que los conflictos que intenta ayudar a superar esta Alianza no se dan sólo entre sociedades, sino en el interior de ellas, y ello no sólo en Occidente o el mundo árabe, sino también en el Extremo Oriente.

El secreto de Malaisia es que en el Gobierno están malayos, chinos, hindúes y cristianos

Unos 10.000 hindúes, minoría en Malaisia, se manifestaron recientemente en Kuala Lumpur cuando les obligaron a destruir algunos templos construidos sobre terrenos que no les pertenecían tras tres años de litigio en los tribunales del Estado de Selangor, donde hay 2,6 millones de musulmanes, 1,2 millones de budistas y 650.000 hindúes, aunque en número de templos se invierte esta proporción, según los datos que muestra Badawi. "También se han ordenado destruir mezquitas y templos budistas por las mismas razones", señala. Pero el Gobierno ha aplicado mano dura para evitar esta rebelión.

El malaisio es también uno de esos casos en los que el enfrentamiento religioso enmascara una tensión económica. En realidad los hindúes también protestan por la ley de trato preferencial a los malayos que se impuso en 1969 bajo el nombre de Nueva Política Económica, tras las violentas manifestaciones contra la minoría de origen chino que hubo ese año. También ha habido revueltas contra los chinos que constituyen una de las espinas dorsales de las economías de otros países de la zona en años posteriores. En 1969 se generó una "muy mala situación" y de no haber tomado esta medida, "el país hubiera estallado como un volcán", señala Badawi. Entonces, los malaisios de origen chino, que representan un 24% de la población, tenían en sus manos un 40% de la riqueza nacional. Los malaisios de origen indio (8%) mucho menos. Pero los malayos étnicos, o malaisios malayos son un 62%, pero entonces controlaban un mero 2% de la economía. El Consejo Consultivo Nacional propuso entonces corregir este desequilibrio, impulsar una ideología nacional y expandir la política de cooperación racial.

Hoy, la mayoría malaya tiene un 18% de esta riqueza y el objetivo de Badawi es llegar a un 30%. Los chinos siguen con un 40% y los indios, con un 5%. Pero además, ha crecido la tarta de la mano de la buena marcha general de la economía, lo que ha amortiguado las insatisfacciones de los malayos y reducido marcadamente su pobreza en términos absolutos. Pero a la vez, según informaba el Financial Times, la imposición del malayo como lengua oficial en las escuelas estatales en detrimento del inglés ha hecho que muchos chinos e indios lleven a sus hijos a colegios privados. Los equilibrios se pueden romper con facilidad.

En un país confesional musulmán, la Constitución recoge la libertad religiosa, pero luego hay graves obstáculos a la hora, por ejemplo, de la conversión de un musulmán al hinduismo. (El islam condena tales conversiones). De hecho, la Constitución define al malayo como musulmán que practica las normas y culturas malayas, y el islam es la religión oficial.

Pero el secreto de Malaisia, indica Badawi, musulmán, es que en el Gobierno están malayos, chinos, hindúes y cristianos. Esta Alianza (Barisan Nasional) empezó con tres partidos étnicos o raciales tras la independencia del país. Desde entonces ha seguido ganando elecciones, y ahora cuenta con 13 partidos. En el Consejo de Ministros, explica Badawi, "todas las decisiones se toman por consenso", aunque a veces se tarde en conseguir. "Somos únicos".

Badawi se propone hacer algo también para impulsar la paz en Oriente Próximo como "intermediario honesto". Hace años la cuestión palestina parecía lejana. "Hoy es un problema no sólo de los árabes, sino de todo el mundo musulmán". Se ha globalizado, además de cobrar una dimensión religiosa que antes no tenía, pues Arafat la mantuvo a raya. Y es que lo externo también afecta a lo interno, claro.

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